jueves, 12 de abril de 2012

Etapa 16 (132) Barbate-Playa Camarinal

Etapa 16 (132) 04 de julio de 2008, viernes.
Barbate-Zahara de los Atunes-Atlanterra-Cabo de la Plata-Punta Camarinal-Playa Camarinal.

Me despierto a las siete. Hoy estoy de enhorabuena: no me he levantado ninguna vez para orinar. ¡Aupa mi próstata! Me levanto, orino, y me vuelvo a acostar. Se está tan bien en la cama, después de tantos días sin catarla. Hago plan de escribir postales, buscar Internet y, si se alarga la mañana, volver a comer en Chinar, de nuevo y ponerme en marcha por la tarde. Esto es lo que mi mente propone y veremos cómo el cuerpo dispone. Recojo todo y me voy directamente de la habitación a la calle. Sólo hay que bajar un escalón. 
 
Buscando Internet gratuitoDespués de la ducha con agua fría, afeitarme, cerrar las mochilas y dejar la llave en el buzón, salgo en dirección al Ayuntamiento. Hoy tampoco hay nadie en el lugar destinado a Atención al Ciudadano pero, en el de Estadística, que está al lado, donde me atendieron ayer y me dieron el mapa, una chica me indica dónde tengo servicio de Internet; me orienta hacia un lugar de Formación de Adultos y subo al primer piso; en una sala están dos chicos y una chica que estudian para sacarse el Graduado; les animo. En la sala de al lado, dos chicas navegan por Google, pero el servicio sólo es para ellas, no es público, y los demás ordenadores son para los de Formación de Adultos y no tienen conexión a Internet. 
 
Así que me voy hacia el parque Infanta Elena. Allí hay dos ordenadores, además del del responsable, y me dice que se tiene que marchar en 5 minutos y que, luego, abrirá a partir de las diez. Le digo que me lo instale en Google, para eliminar el correo no deseado o sin interés, y volveré luego pero, los cinco minutos se van alargando, el muchacho no se va y yo sigo en el ordenador; elimino lo que puedo y mando dos correos a Musku y a Luisma Etxepare, del Foro Ciudadano Irunés. Lástima que, al tener un espacio de correo muy limitado, sólo puedo ver una de las ocho fotos que mi hija Vera me envía de mi último nieto, Gari. Ahora, tras la limpieza, tengo ocupado el 17% de correo y disponible el resto. El único que mantengo es el del plantago almogravensis que me envió el profesor Pinto de Portugal y que lo tuve allí, hasta que hice el blog a finales del año pasado. Me despido, agradecido, del responsable, que me desea buen viaje, y salgo por una puerta lateral.
Ni churros, ni porras, ni en La Ibense; desayunaré en el Rufo
Voy caminando hacia la playa y llego al paseo marítimo, con intención de desayunar en La Ibense, pero no está abierta todavía y me siento a desayunar en la terraza del Bar Rufo, muy próximo a La Ibense. El día está soleado, pero corre un aire fresquito. He hablado por teléfono con mi hermana Sagrario, que está en preparativos de ir a Sanfermines con sus amigas y mi prima Lourdes, la que enviudó el pasado año, y conocisteis cuando, en mi camino, pasé por Santurtzi, y me alegra que la hayan convencido para ir a pasárselo bien. Antes de llegar a La Ibense, veo un lugar que ofrece “churros y porras”, veo una mesa repleta de cacharrería, pues me acaban de quitar otra más apetecible que estaba en la esquina y ya sólo queda otra libre, que no me apetece nada, así que continúo camino. En el Rufo, he hablado con mi hermana a las once. No recuerdo qué desayuné por 2,50 € y, para escribir las postales, me cambio de mesa porque, en la que estaba, empieza a dar el sol. El aire sigue soplando de poniente, pero con la subida de temperatura, resulta muy agradable. Veinte, entre camareros y cocineros esperan el momento álgido del mediodía. 
Chinar: comiendo en el mismo sitio de ayer
Acabo de escribir, mis diez primeras postales, cerca de la una; busco Correos, hacia el Ayuntamiento, y bajaré a comer, de nuevo, hacia Chinar. Estoy por repetir, pues ayer noche dormí en el mismo sitio que anteayer. De allí ya tengo más cerca la salida hacia Zahara de los Atunes. Antes de llegar al Ayuntamiento, topo con Correos y, en vez de echar las postales escritas al buzón, un empleado me las recoge en el mostrador ¡Así tengo más seguridad de que no quedan olvidadas en la saca del buzón. Salgo hacia el río Barbate, voy por avenida paralela y entro en la plaza del Carmen por detrás. Atravieso un bar de una peña y, en la plaza, un camarero de Los 6 grifos, donde ayer noche picoteé pulpo, sale a captarme como cliente. Me dice que el negocio está un poco parado, pero que confían en tener más clientes al regreso de la playa. Llego al Chinar y me siento en la misma mesa de en que comí ayer, pero el trío de trabajadores con los que coincidí ayer, llega a comer cuando yo ya me voy a ir. Un matrimonio con hija les ha quitado la mesa más fresquita, que es la que más le gusta a la hija. Hoy también me resultará muy bien la relación calidad-precio; con propina (9+1=10 €) Como, de primero, bacalao con tomate y patatas fritas y, de segundo, filete de ternera con patatas fritas, también y, por supuesto, de regalo el gazpacho y la ensaladita; más un flan con nata, de postre, tinto y casera de limón. Hoy pongo mucho cuidado en no tirar el gazpacho, como me ocurrió ayer. Les digo a las camareras que el lugar me lo recomendaron ayer en Información y, no sé si por estar demasiado ocupadas, no muestran ningún interés.

Saliendo de Barbate
Como ya tengo el diario al día, no me pongo a escribir y a las 14:30 h ya estoy en marcha; y a las tres ya estoy pasando el puente. A las 15:15 h paso por encima del agua de la marisma que cruza, por debajo de la carretera, buscando el mar. Pasada la salida de la marisma, salto a la playa; así que en un plis-plas he cruzado el río Barbate y la marisma y ya podré seguir por la playa hacia Zahara de los Atunes. Saco foto de la ciudad desde el otro lado del río Barbate. 

 
 
Llego a la playa justamente para hacer una deposición ligera en un hoyo y lo tapo con la arena. ¡Comidita para los animalillos del subsuelo! 



Durante el camino por la orilla, sólo veré a una pareja desnuda que ha hecho una lancha de arena para proteger sus toallas, puesto que la marea esta subiendo. Aparecen, al fondo, unas rocas y pregunto a un hombre si las podré pasar sin necesidad de salirme de la playa; me responde que sí. 

 
Cuando llego a ellas, me doy cuenta de que el paso se está poniendo difícil, pero insisto en pasar; hasta que una ola me desequilibra y me tira de lado, mojando algo mis mochilas, la pequeña más que la grande, así que subo a las rocas, que están secas, me desnudo, y saco lo que se me ha podido mojar, para que se seque extendido sobre las rocas. La marea alta está llegando al límite, así que no podré continuar por la playa pero, mientras se seca la ropa oteo el horizonte, y veo que hay un camino que va por encima de las rocas y que, cuando éstas finalizan, vuelve a bajar a la playa. Así, dese mi observatorio, he visto el itinerario para el próximo tramo. No me voy a vestir mientras se secan las ropas pero, los de un coche que pasa, pitan y vocean; los demás coches no exteriorizarán nada. Con todo ya seco, me visto y voy camino adelante. Una pareja que, por la subida de la marea había colocado su sombrilla en la yerba, baja ahora, la coloca en zona de arena húmeda y me dice que ya no subirá más. Bajo la sombrilla, colocan dos sillas plegables. 






Poco más adelante hay una pareja bajo tinglado de toallas y un Bunker: “Home Sweet Home” pone en la casamata; me desnudo entre medias y me doy el primer baño voluntario de la tarde, ya que el anterior ha sido involuntario y, menos mal, sin mayores consecuencias.

 

 
¿Bueyes o toros?
Tras secarme, sigo adelante; a lo lejos veo reses pastando junto a la playa, “¿serán reses bravas?”, me pregunto y voy con precaución. Como acaba de empezar a bajar la marea, el margen de arena es escaso y, por lo que pueda pasar y aunque mi razonamiento es que seguramente los toros bravos no podrán correr mucho por la arena seca, por si acaso ocurriera, voy metidito por el agua y controlando a las fieras. 

 



Los toros (alguien me dirá después que son bueyes para carne, o sea, carne de matadero sin salvación posible, como Jean Valjean, de Los Miserables, que fue carne de presidio, en la ficción), comen hierba sobre la duna consolidada y, según me dirá Cris, más adelante, a veces se les puede ver en la playa, porque bajan para beber agua del mar. Me dirá también que hay un gran bosque de alcornoques en la montaña de detrás de Zahara de los Atunes y Atlanterra y que merece la pena verse. 


 
Cuando llegue a Zahara lo que me sorprenderá es ver tan cerca los postes con las hélices de los molinos para la obtención de energía eólica; los alcornocales me parecen lejanos y no tengo interés de apartarme tanto de la costa. Cuando en noviembre vaya al balneario de Fuentes del Trampal, me dará pena no haberlos visto y no tener referencia para comparar los de Cáceres y Badajoz con los de Zahara de los Atunes.

 





Arenas para la contención del río
Antes de llegar a Zahara de los Atunes, veo montones de arena y una pala excavadora; como ya lo había visto entre Zahora (Zahara, Zahora) y El Palmar, pienso que están recuperando arena para distribuirla por la playa, pero me dicen que es arena para la contención del río. 
  
Ni siquiera lo había visto y, tras intentarlo por varios lugares, puedo pasar el río en calzoncillos; saco foto con los molinos de viento que antes comentaba y que casi llegan a Atlanterra. Alguien me dice que Zahara de los Atunes pertenece a Barbate y que Atlanterra a Tarifa. Repasando: El Palmar es playa de Vejer; desde Zahora, hasta Zahara, son playas de Barbate y desde Atlanterra hasta la Punta de Guadalmejí la costa corresponde a Tarifa. 
 
Zahara de los Atunes
Siguiendo por la orilla, veo una pareja bañándose desnuda y dando muchas muestras de efusivo amor; saldrán del agua y pasarán despreocupadamente por entre los textiles hasta llegar al fondo donde, entre las dunas, tienen las toallas; donde continuarán dando rienda suelta a su cariño. Me baño, me seco y me voy. Una chica, en topless, y con su perro, hace gimnasia: Parece un contorsionista de goma. Más adelante, padre e hijo, juegan a pala y, por la forma de darle a la pelota, intuyo que son de la zona norte y, efectivamente, son de Barakaldo: Arantza, Gonzalo y Peio.
 
Hacia Atlanterra y el Cabo de la Plata
Como me voy acercando a la punta de Camarinal y necesito aprovisionarme de agua, me acerco a un chiringuito de playa y pido una cerveza. Me atiende Ángelo que, cuando me cobra 2 €, me parece caro y se lo digo, ya nos damos pie a hablar. Es italiano, de Beluno, en el Véneto. Está interesado en saber en qué consiste el conflicto con ETA en el País Vasco. Le aclaro lo que sé y quiero decir; mientras, su compañera prepara dos mojitos y observo cómo lo hace; los prepara en vaso de sidra y todos los ingredientes los machaca con mazo de mortero; no usa lima, sino limón y le pone mucha menta; ron, hielo pilé (algo más grueso) y le añade unas gotas de angostura (12€ el botellín; parecido al mío). Así que distraído con los mojitos, ¿qué le habré podido decir de ETA a Ángelo?  
 
Sigo hacia el Cabo de la Plata donde en el acantilado hay una casa con estructura caprichosa; al otro lado, entrando al mar, unas rocas sostienen el Bunker en que anda bastante gente y bañistas. Forma una figura muy bonita. Un Bunker muy concurrido. Tras pasar el Bunker del Cabo de la Plata, sigo por las rocas, pero unos pescadores me dicen que, por allí, no puedo continuar. Una mujer de Madrid, me dice que tengo que retroceder hasta el hotel pero, nada más iniciar la reculada, veo una escalera ascendente que, tras subirla, me situará en la carretera. 
 

Atlanterra se ve que es un lugar muy turístico, sin mucha personalidad, pero luego veré preciosas mansiones que harán olvidar esta primera impresión. Las rocas por las que iba antes de subir la escalera, al verlas desde la carretera, compruebo que, efectivamente, no las hubiera podido pasar por el mar; la orientación de los pescadores ha sido correcta. 





 

Se ha formdo un alto acantilado que, ahora, empieza a descender hacia la siguiente playa, ¿me dijeron el nombre?, ¿playa de los Ingleses?; no puedo asegurarlo. 

 




Saco varias fotografías de casas que me parecen caprichosas y con buen gusto ¿Serán de extranjeros?, ¿de potentados de Tarifa? Da la sensación que en este Atlanterra inventado se ha invertido dinero. 

 






 
Faro y Cabo Camarinal
De nuevo, bajo a la playa y, un joven que viene, me dice que, para subir al faro, lo mejor es que coja el camino ascendente que, justamente queda debajo del mismo: "es durillo", me advierte. Hacia allí voy por la orilla y, al final de la playa, veré dos personas desnudas. 
 
Asciendo hacia el faro y, cuando llego arriba, baja un grupo de chavales amigos, que van con intención de pescar. Bajan por una perfecta escalinata de madera. Les pregunto por la playa nudista y me dicen que la escalera sólo lleva a las rocas, que para la playa debo coger el otro camino más al sur. Para encontrar mi camino a la playa del Faro Camarinal, que ya estoy viendo, pregunto a dos chicos que me remiten a otro de sombrero que viene por detrás, quien me dice que coja el otro lado de la alambrada. ¡LA ALAMBRADA! Se me enciende la bombilla. ¡De nuevo zona militar! Primero Rota, luego San Fernando y ésta no será la última. Cojo por el lado que me ha dicho el del sombrero y, por senda entre arbustos, bajaré muy bien a la playa.
Playa del Faro Camarinal
Un chico que está fotografiando una planta de su interés, me dirá que es la playa más bonita de Cádiz. A lo mejor resulta algo exagerado, puesto que en Cádiz hay magníficas playas, pero no le falta razón; es muy bonita. 
 

En la playa hay un grupo de sombrillas con fresqueras y mogollón de ropa y cosas varias, pero sin persona alguna. Me temo que, como fin de semana, me espera noche movida. Con dos sombrillas y su perro, Duna, hay una pareja que, si vienen sus compañeros que están esperando, se quedarán a pasar la noche. Les digo que no me conviene estar cerca de ellos, que me conviene dormir en lugar tranquilo y les cuento lo que estoy haciendo. Me escoro a la izquierda del mar y ascendiendo un poco hacia la duna. Al fondo, hacia las rocas, hay un chico desnudo; será el único nudista que veré. 

Dejo los trastos en el lugar que he considerado idóneo para no molestar ni ser molestado y me voy a dar un baño. Una vez tomada la decisión del lugar donde voy a dormir, un montón de dudas se disipan. Por la orilla veo rocas y pregunto a la pareja; me dicen que por el centro no hay rocas. El mar pega fuerte; cuando salgo del agua y me estoy secando paseando por la orilla, veo que llegan unas chicas que empiezan a recoger las cosas que había visto agrupadas sin dueño y me digo: "¡Qué bien, se van!". 
 

Mientras me seco paseando por la orilla, me acerco al desnudo de las rocas del fondo y me dice que él no piensa quedarse a dormir allí; por el muslo anterior le chorrea un hilillo de sangre. Cuando recoja sus bártulos será ya entrada la noche. Luego se pondrá a hablar con dos del grupo que parece que se va. Me acuesto a dormir y cuando estoy en el duermevela, oigo hablar a alguien; son Marc y Adrián, de Sevilla, que han venido a pasar la noche; pareciera que son del grupo de los esperados; se están preparando un par de porros y me dicen que se van a poner a dormir al lado; les digo que se alejen un poco, pero será en vano. Mañana sabré que son cinco chicos, tres chicas, todos de Sevilla, con cuatro perros, uno de ellos, Duna (el único perro conocido). 
 
Charlo un rato con Marc y Adrián y, por mi voz, se piensan que soy más joven. Mañana hablaremos; ellos fuman y yo intento dormir. Hay hormigas pequeñas. La luna está recién estrenada; es un filetín de luna en D de creciente y las señales en la arena de las mareas altas ¿eran por la luna nueva? (Yo creía que las más altas eran con la llena ¡Me armo un lío!) La última estrella de la Osa Mayor pende, justamente, encima de mi cabeza. Está buena noche. Se ven muchas estrellas y veo dos estrellas fugaces.
Balance del día. Tras dormir bien y sabiendo que ayer había comido un menú adecuado en calidad y precio en el Chinar, hoy no tenía mucha prisa por salir de Barbate. Con el ratito que me han permitido para entrar en Internet, también he cubierto otra necesidad del día, que venía demorando. La salida por la tarde ha sido tranquila, sin más sobresaltos que el temor a las reses bravas que han resultado reses para carne. Sorpresa en Zahara de los Atunes por la proximidad de las torres eólicas a la población. Bonita la estampa del Bunker en el Cabo de la Plata y las caprichosas casitas de Atlanterra. Bonita playa del Faro de Camarinal y un primer rato de miedo a que los sevillanos no me dejaran dormir.

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