jueves, 12 de abril de 2012

Etapa 42 (158) Guardias Viejas-Playa Cerrillos

Etapa 42 (158) 30 de julio de 2008
Guardias Viejas-Almerimar-Playa Entinas-Playa Cerrillos-Roquetas de Mar-Playa Cerrillos.


¿Habrán sido ratas o pura obsesión?
Lo que ha ocurrido durante la noche, ha debido ser lo siguiente. Hipótesis: No sé cómo, una piedra se ha enganchado en mi gorro del saco y, en algún movimiento nocturno, esa piedra la he empujado y ha pegado en mi cabeza. Sin negar la posibilidad, la presencia de una rata no deja de ser una especulación poco probable y que viene a mi cabeza por la información que me han dado los jóvenes, o por efecto de la pedrada, que me ha dejado algo tonto. Lo que sí es cierto es que me he asustado, aunque el susto no me ha evitado seguir durmiendo. Hacía calor y, de vez en cuando, abría el saco para respirar pero, a partir del suceso, me he enclaustrado. 

Aquí podéis observar el lugar de mi cama de piedras
Durante la noche se ha notado el relente y el saco se ha humedecido por dentro y por fuera, lo mismo que los papeles, mapitas y el Moleskine. A las 6:45 h llega un coche y un pescador rumano va al fondo del espigón para pescar. Al pasar por mi lado, nos saludamos. A las 7:05 h me doy un baño en un agua calentita y que, a pesar de no haber salido el sol, como la temperatura es muy agradable fuera,  permite secarme al aire libre, mientras hago una especie de danza primigenia que hace que me sienta libre en tierra virgen y hospitalaria. Alguna piedra del espigón está resbaladiza ¡kontuz!(cuidado, en euskera).

Amador ve visiones.
Recojo, me visto y saludo de despedida al rumano y, cuando salgo al camino, me encuentro con Amador, fotógrafo aficionado de La Rioja (la matrícula LO me da la pista), al que saludo, aunque es algo duro de oído. Cuando me acerco, casi le da un vuelco el corazón; está convencido de estar viendo al padre Antolín, el cura que les casó y ahora está fuera de la iglesia. Esto mismo me ocurrió a mí y por esa razón decía, en broma, que mi matrimonio no era válido. Este padre Antolín, no sólo se salió de cura, sino que también se casó después. 

Amador ha madrugado para sacar una foto de amanecer, pensando que era como el lado oriental del Cabo de Gata. Ha venido a Guardias Viejas porque ha muerto un cuñado y están acompañando a la viuda. Me saca foto y le doy las señas para que me la mande en papel (de esa foto nunca más se supo).


  Almerimar. A desayunar churros en El Paraíso.

Voy por camino de tierra y entro en la playa que da inicio a Almerimar y, como Amador me ha dicho que hay un paseo marítimo de 8 km, salgo a él. Ángel y Elo me dicen que no son tantos los kilómetros. Como van en la misma dirección, bajo un poco mi velocidad y la acoplo a la de ellos. Ángel da Matemáticas en la ESO y, aunque no hace matemática creativa, como el maestro portugués que encontré entre Lavra y Azurara, ya que él es clásico, me dice que unos alumnos se adaptan bien y disfrutan y otros no. Elo no me dice a qué se dedica. 

Llegando a Almerimar veo este campo de futbol.
En el paseo, empiezan a verse, en las papeleras, signos de Almerimar y Murgi, con el escudo de El Ejido, como una especie de templo romano con pórtico y frontón. Me sorprende ver esa palabra vasca, aunque ellos la pronuncian Murji y no Murgui como haríamos nosotros, y pregunto al barrendero, quien no me sabe dar razón. Él mismo me recomienda para desayunar El Paraíso (con churros) y otro amarillo y nuevo que dice que también está muy bien; como el otro está casi vacío y me tientan los churros, voy a El Paraíso, donde ya se está llenando la terraza. Pido doble de churros y, a pesar de ser demasiados, los terminaré (4,70 €). Una cuadrilla de “chispas”, que no lograré saber si se dedican a poner a punto la electricidad de los barcos, ni el nombre de la empresa a la que pertenecen, también desayunan. Una mujer, su hija y su nieto, hacen lo mismo. Hablan algo de Logroño y pienso que tengan alguna relación con Amador, pero me dicen que no, que sólo tienen amigos en Ezkarai. Son de Madrid, conocen el País Vasco, pero hace años que no lo visitan. Dos familias llaman a un niño que se les ha escapado: ¡Ander! Son de Bilbao y se irán tras ver mi último dibujo. Entre tanto, he llamado a mi hermana Sagrario y me dice que se va a Centroeuropa con la Coral de Alsasua. Que no le llame mientras esté fuera y que nos veremos en el cumpleaños de Sara y Julen, el 22 de agosto.

Entre Almerimar y Roquetas de Mar,
tres próximas playa nudistas:
Playa Entinas, El Príncipe (El Sabinar) y Cerrillos.
Me voy de Almerimar con la intención de ver si doy con playa Entinas. El puerto de Almerimar me recuerda algo al Puerto de la Duquesa, de Sabinillas, aunque éste es más grande, y saco una foto. 

Otra foto con patos en el puerto. 
Tiene entrantes y salientes pero no tanto como los de Puerto Banús y Benalmádena. Cuando estoy caminando por el puerto, me encuentro con la pareja que ayer estaba en el bar del camping y que, aunque no compartía mis ideas sobre el nudismo, no se perdía ninguna de mis palabras. Esta noche la han pasado peleando con los mosquitos. Voy por paseo marítimo hasta que se acaba la playa de levante. Acabada ésta bajo a la playa, ya que viene otra más larga, y por la orilla me informan que, al final, empieza playa Entinas.

Juan y Paqui en playa Entinas.
Llego a la playa y, al principio, hay dos textiles, pero continuando adelante, casi todos estaremos desnudos. La verdad es que no hay mucha gente. Una pareja se está bañando y, cuando llego, salen del agua; ella se va al lugar donde tiene su toalla y él se queda en la orilla. Empezamos a hablar, son Juan y Paqui y yo les comento mi viaje, mi camino y otros temas. El matrimonio se va a quedar muy poco rato, ya que tienen que ir a buscar a su hijo menor que sale de clases de recuperación porque no ha cumplido su obligación de estudiar durante el curso. Aunque ya tiene 14 años y podría ir solo… Me baño rápido para seguir hablando y antes de que se vayan. Hablamos de valores perdidos, de que el poseer no da la felicidad, de la ley del mínimo esfuerzo. Yo les hablo de mis hijas, de que siempre tuvieron claro que el verano era para disfrutar y había que esforzarse durante el curso. Compartimos mucho. ¡Lástima que la hora manda! Juan y Paqui están de acuerdo en casi todo. El otro hijo mayor parece que tampoco destaca por su brillantez y se ve a unos padres resignados. De todas las calas del Cabo de Gata, me recomiendan Cala Chica, que está en mi lista pero no en el mapa, y me la ubican entre Mosul y Los Amarillos, ¡a ver si doy con ella! Qué pena que nos tengamos que decir adiós, tan pronto de habernos conocido. Para alargarlo les acompaño hasta el coche y, entre tanto, la pareja intermedia recoge sus cosas, ella textil y él nudista, y el perro que, tenían a la sombra y yo no había visto. Se ve que lo tienen bien domado. Me encanta playa Entinas porque, ¿qué haría esta pareja mixta en Benalnatura?, ¿o para entrar en los chiringuitos de Almayata? Considero que cualquier límite es nefasto.

Me quedo un rato con Jose.
Paqui y Juan ya se han ido. Los del perro también. Pasa Jose hacia el coche, saluda y vuelve. Regresa el del perro. Yo me estoy bañando. El del perro busca su móvil en la arena y no lo encuentra. Su mujer le llama porque el móvil ya ha aparecido. Jose se tumba cerca del lugar que han dejado los del perro y nos ponemos a charlar. Él prefiere que nos alejemos un poco y nos vamos algo más a levante, de donde él venía antes, pero también muy cerca de la orilla. Le hablo de mi viaje y él también se explaya contándome sus experiencias. Estaremos más de una hora, entre charla y baños, pero si quiero llegar a Roquetas de Mar tendré que demorarme menos. Este encuentro con Jose, complementa el de Paqui y Juan; son de los que justifican mi viaje. Me despido de Jose y le deseo suerte en sus proyectos, viajes y estudios. ¡Hasta que la vida nos vuelva a encontrar! Jose, cómo no, estando en El Ejido, trabaja en los invernaderos. Son las 14:30 h. Jose se ha ido y yo me doy el último baño y me voy secando por la orilla, sin vestirme, con las mochilas encajadas y hacia El Sabinar. La playa Entinas es larga y con arena fina muy grata para ir descalzo por la orilla, pero en la parte final hay una zona de piedritas, tipo gravilla, que me daña los pies y me pasaré a la arena seca, con la incomodidad consiguiente.

De la playa de El Sabinar, hacia Cerrillos, en Roquetas de Mar.
La Playa El Príncipe, es más conocida en la zona como la de El Sabinar y lo cierto es que no sé cuándo comienza y cuándo acaba. He andado cuatro horas descalzo, salvo el último kilómetro que lo hago calzado por camino de tierra, entre la playa y la duna. Hasta el último momento, sigo viendo nudistas dispersos, así que es probable que no me vista hasta llegar a la urbanización de Roquetas de Mar. Llego a las 18:30 h y con los pies más doloridos que en los 33,5 km de la playa del coto de Doñana, pero bien masajeados, y con la esperanza de que el papiloma salga por el lateral izquierdo, donde me parece que se ha desplazado (estoy escribiendo mi blog en enero de 2013, y todavía no ha salido. Lo tengo alojado bajo mi dedo pequeño. Ya os contaré mis errores de interpretación de lo que me dijeron los profesionales). Cuando he hablado con mi hermana Sagrario se me ha olvidado preguntarle por nuestro primo José Luis, que tiene un apartamento en Roquetas de Mar; así que le pongo un SMS. A las nueve recibo respuesta de que está en Alsasua, así que me abstengo de preguntar por él. Veo a un hombre con bici, sentado en un asiento habitual de la zona y, hubiera jurado que era mi primo; menos mal que no me he acercado; no sé lo que habría pensado de mí. Seguramente, que quería ligar.

Buscando comida, cenaré en El Nido, junto al Hotel Golf Trinidad.
Veo Restaurante Chalupa que, aunque con otra grafía, es nombre vasco, una pequeña embarcación peculiar, y ofrece menú de 10 €. Me doy una vuelta por el pueblo, que es larguísimo, y vuelvo sobre las siete, pero siguen sin abrir el restaurante y, parece, remiten a otro lugar que no acabo de entender. Luego me informan de que el menú que ofrecen es sólo para el mediodía, así que, aunque sólo tienen carta, me decido por El Nido que, ¡oh casualidad!, está junto al Hotel Golf Trinidad que, con el Imserso, visitaré en enero 2009. Como no he comido, me animo a hacer una cena completa, aunque algo cara y como: gazpacho, mejillones al vapor y bacalao a la vizcaína ( que no es vizcaína, pero que está rico) y dos jarras de cerveza, que supondrán 6 € y que hacen un total de 31,30 €. Una cena de precio, que repone parte de mis fuerzas. Me obsequian con un coctail muy rico de ron con limón, miel y cubitos de hielo. Los cubitos que sobran y no se han derretido, los meto en la botella, exprimo el limón y completo con agua para pasar la noche y partir mañana. Primeramente me ha atendido una brasileira. Hay también un niño que pulula por el restaurante. Hablo a la brasileira de mi paso por Portugal del año pasado. Entra en el comedor una familia inglesa con abuelos (matrimonio) y los hijos, que son padres de sus cinco nietos, y les doy la enhorabuena por lo formales que se comportan durante toda la cena. Con el segundo plato terminado, los niños son autorizados a salir a la arena, ya que el restaurante está ubicado en la misma playa Cerrillos. Mierntras los adultos hablan, los niños se quedan cerca, en la playa, a la vista de ellos desde el comedor. Son las 9:10 h y retrocedo a la zona no urbanizada de playa Cerrillos, para buscar un sitio para dormir. Es la zona que me recomienda un camarero de El Nido, cuando le pido agua fresquita del grifo aledaño al de escanciar cerveza; como me dice que no funciona, lo relleno con agua del grifo del servicio sobre los hielos y el limón exprimido. Con el relente de la noche estará más fresquita. A los ingleses les cuento que vengo andando desde Portugal y que tengo familia en Chiswick, en Londres, y les enseño el diario y el dibujo de mi Moleskine que, ahora, está muy pobre de imágenes. También que voy a dormir en la playa. Lo digo porque los ingleses suelen ser muy temerosos con estas cosas y piensan que España es ya África. No sé lo que pasaría si ellos o yo hiciéramos algo similar en el continente africano. Bueno, en Argelia, ya dormí en el desierto varias noches, pero arropado, con grupo patrio, conductores tuareg y cocinero nigerino.

Retrocedo para dormir en Playa Cerrillos. Manolo.
Se empiezan a ver muchos subsaharianos. Es probable que alguno, que no tenga alojamiento, también hará lo mismo que yo. Me despido de ingleses y camareros y enfilo por el paseo marítimo. Pareciera que voy de regreso a Portugal. A la vez que el paseo marítimo acaba, también terminan las urbanizaciones y, con ellas, las luces urbanas. Elijo para dormir una zona en que hay algo de vegetación dunar, en un espacio entre el final de la playa y el primer acceso a ella por camino de tierra, donde ahora hay aparcada una furgoneta pero, para tomar una decisión definitiva, voy a hablar con el pescador que está en la orilla con dos cañas. Manolo me orienta bien. Me recomienda el centro de la playa, a uno u otro lado de la papelera, según sople el viento y arrastre los olores; de esa forma los encargados de la limpieza de playas no me afectarán y puedo controlar mejor el entorno. Como la papelera ya ha sido vaciada, no hay ningún mal olor. Me coloco protegido del viento de poniente que, ahora, ha rolado. Preparo la cama y desnudo me voy a dar el último baño del día; pregunto a Manolo en qué dirección va el sedal, ya que no lo distingo, y me dice que recto. Me separo un poco y me doy un baño corto; me seco hablando con él. Dice que no ha pescado nada, pero "venir a pescar me relaja". Me despido, me voy a mi sitio y, al poco, él también recoge sus aparejos y se va. Hoy será la mejor noche en playa de todo el camino, no me levantaré a orinar hasta las 6:30 h y me meto de nuevo en el saco hasta las 6:45 h. Ahora, el pescador que recoge es Jose que, al verme los pies y, tras saber desde dónde vengo andando, me dice: “he visto pies peores”. Pero ya estamos en el último día del mes de julio.

Un día casi completo al borde del mar. Curiosos encuentros: Amador, Juan y Paqui, Jose, los ingleses y Manolo como colofón.


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