viernes, 13 de abril de 2012

Etapa 61 (177) Santiago de La Ribera-Salinas y Arenales de San Pedro

Etapa 61 (177) 19 de agosto de 2008, lunes.
Santiago de La Ribera-San Pedro del Pinatar-Salinas y Arenales de San Pedro-Playa La Llana.

¡Qué gusto dormir en una cama!
Más tarde de lo habitual, me despierto a las siete y media. El haber vuelto a coger una cama me ha venido bien para descansar mejor y apreciar lo que no valoramos porque lo tenemos habitualmente. He soñado con itinerarios por playas, sobre las que voy pasando como por un mapa, entre flotando y volando. Me levanto, afeito, recojo las piedrecitas que ayer cayeron a la bañera al limpiar la mochila, las tiro a la papelera, y paso la cebolleta con agua para limpiar la arenilla restante; luego me ducho, seco, visto, ordeno la mochila y bajo a la puerta de la Academia General del Aire.

Otra vez en la Academia General del Aire
Hoy ya hay más movimiento de entrada y salida de personas y vehículos y el soldado encargado de la puerta no se presta tanto al diálogo como el de ayer; está más a dar paso o a retener a los que pretenden entrar sin autorización, como es mi caso. “Para datos sobre hemeroteca”, me dice, “es mejor que le escribas al Coronel” y me da en un papel las señas: “Ilmo. Sr. Coronel Director AGA c/Coronel López Peña s/n C.P. 30720. San Javier. Murcia” y los teléfonos del Secretario y de Relaciones Públicas. Así de rápido se acaba mi visita. En marzo de 2009 escribiré al Ilmo. Sr. Coronel, quien me responderá el 6 de abril invitándome a visitarles. Entresaco un párrafo del escrito, en los siguientes términos: “No sólo accedo a su petición para que pueda consultar nuestros archivos, sino que aprovecho la ocasión para invitarle a visitar esta Unidad e incluso, para ofrecerle la posibilidad de que participe en un acto militar, si Vd. lo desea, para Renovar su Juramento de Fidelidad a la Bandera. Ni que decir tiene que podría venir acompañado de sus hijos, nietos y sobre todo por Jesús Mari.” Jesús Mari Usandizaga es el hermano del estudiante de aviación fallecido, al caer el avión que pilotaba, el 25 de febrero de 1952. Él también quiso ser piloto en la misma academia, pero sus padres removieron Roma con Santiago, hasta conseguir que no fuera admitido. Respondí a la invitación agradecido e informando que aparecería por allí a finales de mayo; pero ya estoy narrando demasiadas cosas que no pertenecen a éste, mi viaje de 2008, y sí al del próximo 2009.

Previos al recorrido más corto de todo mi viaje. Adela
Guardadas las señas del Coronel, voy a Caja-Mar para sacar dinero donde ya, con tanta experiencia, no tengo ningún problema para obtenerlo. Echo bono-loto y primitiva y compro cuatro números de 6 € de la lotería del sábado, para regalar suerte a mi familia, es un obsequio que no pesa (4+24=28 €). Creo que es demasiado pronto para comprar lotería de Navidad, que ya ofrecen. Y para las 9:10 h ya estoy de nuevo en K-Hito para desayunar. Tostada con tomate, pan con mantequilla y mermelada, y café con leche. Suficiente, ¡qué más voy a pretender por 2 €! Aparece Adela sola, y pregunta dónde sentarse. Aunque ya estoy terminando, acepta mi propuesta de desayunar en mi mesa. Charlamos. También tiene dos hijas y está esperando su primer nieto. Trabaja como operadora de telefonía en Almería y, por ganar más, no cotizó todo el tiempo y ahora no sabe lo que tendrá que trabajar para poder prejubilarse. Adela está en la misma honda, valora mi esfuerzo y aprecia mi filosofía de viaje. Resulta un desayuno grato por lo atípico, ya que casi siempre he desayunado solo; hecha la salvedad de algún albergue. Enseño a Adela mis dibujos. Ella es de Aguadulce y me pregunta si me fijé en los colores de la montaña al amanecer. Le digo que no, porque los amaneceres de Roquetas de Mar (en la playa) y de Aguadulce (en tienda de campaña), no los tuve con la montaña delante. Como pronto va a ser abuela, le hablo de lo feliz que soy con mis tres nietos, de la boda de Vera y Mikel y lo entrañable que fue, al enrollarse la Juez con mi nieto de tres meses. Los temas que sacamos son coincidentes y compartidos. K-Hito es una pensión que le gusta, porque son atentos y el lugar es tranquilo. Ayer salió con amigas, pero hoy una está en casa de parientes y a las otras ya se les han acabado las vacaciones. Ella disfruta de la segunda quincena de agosto y de la primera de setiembre, cuando el calor ya desciende. Nos despedimos, pero no nos damos señas para continuar una relación epistolar. Ella sube al tercer piso y yo me quedo en el segundo, donde recojo todo y bajo. Vuelvo a la AGA para que me echen el sello para mi credencial, pero ya se ha acumulado tanta gente que dudo. Pregunto al que controla entrada y salida de coches y me dice que permanezca en la cola. El de ventanilla pregunta y le dicen que no. Vuelvo a la pensión y allí me echan el sello. Lo incluí en el relato de ayer.

Hacia Lo Pagán y Salinas de San Pedro
Salgo de Santiago de la Ribera, por el mismo paseo marítimo, por el que caminé ayer, y llego a Lo Pagán. Un edificio en forma de carabela, donde pone Santa María, es lo que más curiosidad me produce del lugar. Es, como el mío para mí, muestra de un viaje que tanto interés y repercusión tuvo para la España del Renacimiento. Encuentro indicador de Información, pero lo persigo y lo pierdo.

Me acerco a la Lonja de Pescado, donde se está produciendo la venta del pequeño alijo que los pescadores han obtenido de su trabajo en el mar. Veo cómo destripan unos pequeños tiburones que, todavía sangrantes, son dejados a escurrir.


Contemplo unos crustáceos más chatos que la langosta, y sin sus largos bigotes (o antenas), que aquí les llaman langostinos, pero que no se parecen en nada a los que en mi tierra llamamos langostinos, que son más similares en forma y tamaño a las gambas.

Paso por pasarela al Mar Menor. La gente se baña y la foto que saco ilustra muy bien lo que en Los Nietos más me sorprendió. Si no se viera a algunos bañistas de pie, veríamos infinidad de cabezas en el agua que dan la sensación de que nadan en zona profunda y, viendo a los que se han levantado o caminan, nos damos cuenta de que, a los otros, no les cubre y que están sentados, en cuclillas o de rodillas. Salgo de la zona de baño y me acerco a un estrecho pantalán que parece puede ser usado por bañista, aunque ahora esté vacío, también parece que tiene escalerillas metálicas, como de piscina, para ascender y descender al agua. Es mi última oportunidad de bañarme en el Mar Menor, pero se produce en mi interior un tira y afloja que, por un lado, me anima al baño y, por otro, lo repele, ¿quizás el recuerdo de las medusas? Quiero y no quiero. El caso es que no me baño y con esta pena de no conocer una sensación de baño en el Mar Menor, lo abandono. ¿Me bañaré allí el próximo verano? Aunque parece que estoy hablando de Lo Pagán como municipio autónomo, en realidad, creo que ya no pertenece a San Javier, sino a San Pedro del Pinatar.

San Pedro del Pinatar
Si San Pedro transcurrió en Cádiz por el río San Pedro, en Puerto Real; la final de futbol europeo Alemania-España me coincidió frente a Sancti Petri; en Málaga fui a San Pedro de Alcántara que, estando en interior, como Mojacar, todavía me sorprende que lo visitara; hoy toca el turno a San Pedro del Pinatar, que mañana será el último pueblo que abandonaré de Murcia, en El Mojón, para entrar en la provincia de Alicante. Ahora, tras la visita a su Lonja de Pescado, y su playa interior, encuentro la Información cuya señal había perdido. Pido un mapa de la Comunidad Valenciana que me serviría para entrar mañana en Alicante y para inicio de mi ruta del próximo año de 2009, pero no tienen y me remiten a la otra oficina; para que pueda localizarla, me dan mapa de San Pedro del Pinatar.


Me ponen el sello en la credencial, quizás el más pequeño de todo el viaje y que será el último que obtenga, ya que este año voy a remolque de los dos anteriores; en el primero de 2006, porque iba haciendo Camino a Santiago, el pasado de 2007 porque, aunque no pensaba ir de Andalucía hasta allí, también iba en dirección a Santiago de Compostela, y éste, por inercia. Cuando inicie en 2009 el viaje por lo que queda del levante peninsular, me desprenderé de la credencial que me da un trabajo y una preocupación adicional aunque también, como ya he relatado, algunas experiencias interesantes para contar, como ocurrió en Matosiños, al norte de Porto, por poner un ejemplo. Dudo en dejar para mañana la búsqueda de la otra oficina de Información, pero decido ir a ella, pues no sé lo que haré mañana. He hecho bien en buscarla, ya que me han dado el mapa de la comunidad valenciana que buscaba, vuelvo a salir a la costa interior y cojo dirección Salinas de San Pedro. Cuando estoy en esta segunda oficina, me encuentro a menos de un kilómetro de la frontera alicantina.

Salinas de San Pedro.
Donde el reflejo azul del cielo se vuelve rosa
La avenida, que va rodeando una gran barriada de casas, es amplia. Con una doble carretera de circunvalación y acera que va en dirección a las playas del municipio que están ya en el Mediterráneo; es decir, que ya se acabó el mar interior del Mar Menor y me dirijo hacia mar abierto. A la derecha de la acera por la que voy, va un canal con poco agua y que delimita el espacio del Parque Natural de Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar. Por aquí será imposible pasar al parque. Por la parte de las casas, veo que se anuncia talasoterapia con barros optativos. La hora de comer ya se va acercando, y un hombre me informa que por esa zona no tengo restaurantes pero que, tanto en el puerto deportivo, como antes de entrar en la playa de La Llana, tendré varios a elegir aunque, algunos, algo caros. Como tengo pasta fresca, y se presiente que hoy será mi última comida de caminante, no me importará hacer un gasto extra para festejarlo. Sigo esperando la llamada de Jose Martin pues, siendo hoy lunes, espero que ya haya llegado a trabajar a Cartagena.

Después de la segunda o tercera rotonda, me meto por la derecha hacia las salinas y abandono la dirección que, en poco tiempo, me habría llevado a Alicante. Esperaré a mañana para hacerlo; por este año, todavía me quedan esta tarde y la noche para disfrutar de mi última etapa murciana. Nada más entrar en el parque natural, saco las primeras fotos de las salinas. En la primera ya se observa la primera gran colonia de flamencos, que no sé si será de grupo estable o pasajero. En dirección al puerto deportivo, hay tres modos de hacerlo según sea el medio que se utilice: los coches tienen su carretera de doble dirección; los ciclistas su pista, también bidireccional; los peatones un camino hecho con travesaños de madera que va por el lugar privilegiado y más exterior. Así, como se ve en la foto, el orden es: peatones, vehículos a motor y bicicletas pero, como también se ve en la foto, los travesaños de madera no reciben un buen servicio de mantenimiento y, de vez en cuando, alguno falta, lo que obliga a prestar una persistente atención a dónde pisa el que camina. En vista de ello, decido volverme bicicleta para ir por piso más seguro. Ya sé que existiendo ese camino, teóricamente para el que camina, a los ciclistas no les hace mucha gracia que ocupe su espacio, pero la circulación en velocípedo a pedal tampoco es tan grande como para que les moleste. En caso de queja de algún ciclista, ya tengo argumentos.

Voy disfrutando de bonitas imágenes con cielos limpios y azules que, en el remanso de las salinas, son espejos del mismo mar que convierten su azul en rosa; como si el cielo fuese en masculino y el agua marina femenina.

Soy remiso a sacar fotos repetitivas, con una foto de cada lugar me suelo contentar, pero hoy no me puedo resistir a sacar más de lo habitual y serán cuatro las que ponga en mi álbum.



Cada una tiene su razón de ser; si antes fueron los flamencos los que me motivaron la foto, ahora serán su lisura, sus reflejos, su color… los que me motiven.

Siguiendo el camino, iré llegando a un lugar en que abandonando la carretera, el camino para bicicletas se mete hacia la derecha en dirección a la playa La Llana, en cambio la carretera va hacia el Club Náutico donde se gestiona todo lo relativo a deportes náuticos y donde está el Puerto con su dársena de yates y sus pantalanes para acceder a ellos.






Repaso a las playas nudistas más destacadas. Posidonia.  Comida en el Gorbea
Entro en el restaurante del Puerto deportivo y me da la sensación de ser demasiado elegante para las pintas que llevo; también me parece caro pero, probablemente, si hubiera pedido uno de los pescados de la carta y un postre y sin pedir un vino de precio, no me habría salido más caro que lo que pagaré en el Gorbea que, al final, será el sitio que elijo. ¿Por qué lo elijo?, ¿por el nombre? Es casi seguro que lo habría elegido por estar al inicio de la playa de La Llana, sin más; pero puede que ya estando a punto de terminar el viaje y de partir hacia la tierra propia, el monte Gorbea donde, “en lo más alto, hay una cruz de amor”, haya hecho el efecto de llamada. Entro y me dicen que hasta la una y media no empiezan a servir comidas. En vista de ello, voy por la orilla de la playa para hacer tiempo.

Ya en los inicios veo las primeras colonias de posidonia seca que es una de las algas más conflictivas. Son algas que no gustan a los visitantes playeros y, en muchos casos, a los visitantes extranjeros. En 2011 tendré ocasión de comprobar en Baleares cómo muchas playas han desaparecido porque a los alemanes no les gustaba la posidonia, la han quitado para darles gusto y, después, se han quedado sin arena ya que, uno de los efectos benéficos de esta alga es la de sujetar y afianzar los arenales. Pues bien, aquí también ha estado a punto de ocurrir tres cuartos de lo mismo. La primera parte de la playa de La Llana era la más visitada, la más accesible en vehículo, ya que se puede aparcar en un gran espacio que está al inicio y, si se transporta comida, neveras con mucha bebida fría y demasiados utensilios para playa, como hamacas, sombrillas, etcétera, todos los etcéteras que se quieran, la tele, el canario en su jaula..., no conviene ir demasiado cargado durante mucho tiempo, máxime si se camina por arena; el andar con peso por la arena se hace muy pesado. Bueno, no me quiero desviar; es en esta primera parte de la playa donde iniciaron la poda de posidonia y el resultado ha sido que el mar ha avanzado tanto que casi se quedan, nos quedamos, sin acceso a la playa. Por eso podemos comprobar cómo el inicio de la playa es muy estrecho y, poco a poco, va adquiriendo una anchura más que aceptable. A los de Cruz Roja, que están al inicio, les pregunto dónde está la zona nudista y su respuesta es ambigua o más bien como diciendo que allí no hubiera playa nudista. Como comprobaré por la tarde, para mi gusto será una de las mejores playas nudistas de todo el estado, tanto como las de Tregandin, Covachos y Valdearena, en Cantabria; las de Torimbia, Barayo y Mexota, en Asturias;  Las de Frouxeira y Ponzos, al oeste de Ferrol, la pequeñita y entrañable de Insua, la de Las Combouzas, en A Coruña, y la de Arealonga, frente al castro de Baroña, Do Vilar, después de Corrubedo, también en la misma provincia gallega; Bascuas, Tuia (cerca de Bueu) y Barra (junto a cabo Home),  en Pontevedra, con Melide en Illa de Ons y Das Figueiras en illas Cies. De las que he ido mencionando en este relato del sur peninsular, no me voy a repetir; las mejores playas nudistas están en Cádiz y Almería, sin olvidar Huelva con sus 33 y ½ kilómetros de playa a lo largo de todo el coto de Doñana y en contacto con plena naturaleza virgen. Decepcionante Málaga, en cuanto a playas, con la excepción de Arroyo Vaquero en Costa Natura (Estepona), Cabo Pino y Almayate. Benalnatura, para olvidar. Cantarriján ya en Granada. De Murcia me quedo con Percheles, El Portús, Calblanque y esta entrañable playa La Llana en que dormiré la última noche de este camino y que repetiré iniciando la dormida de mi camino del próximo verano 2009. Me voy hacia el puerto y me asomo a la playa exterior. Compruebo toda la costa alicantina que ya empieza cerca, acabado El Mojón, y que mañana recorreré. Pregunto a pescadores por cada uno de los lugares que se ven hacia el norte, pero ninguno me confirma que las torres altas pertenezcan a Torrevieja. Regreso al Gorbea y elijo mesa donde me pongo a escribir. Aunque la hora de inicio para dar comidas ya ha pasado, no hacen mención de atenderme hasta cerca de las dos. No me importa. Pido un gazpacho, una lubina y cuajada de nueces con miel. La sangría no me gusta por los ingredientes alcohólicos que le han echado y pido un Fanta-limón; como colofón tomo un irlandés, que me cuesta mezclar y que debo esperar a tomar por estar muy caliente. Entre gazpacho y lubina, recibo SMS de Jose Martin; me dice que se ha retrasado en mandarme el mensaje por despiste y que, por preparativos de boda no nos podremos ver hasta el miércoles. Aclarado el panorama, le respondo agradecido por la dedicación de su jueves en Cartagena, con la pena de no haber visto a María Ángeles e informándole que el miércoles ya estaré en Irun, de regreso. Feliz boda, que será en setiembre. Ya con el tema del encuentro (ya desencuentro) resuelto, continúo con la comida. Pago la comida 33,50 €. Hay niños que molestan al pasar de la piscina por la baranda del restaurante. He optado por comer en la terraza, porque en el interior del comedor hace demasiado frío. ¡Odio los aires acondicionados!, sobre todo, cuando los ponen a tope como creo es el caso. En la terraza tampoco hace calor, ya que corre airecillo. Una pareja joven con niño de dieciocho meses, dormido en silla, come al lado, caldero; un arroz caldoso, creo que de marisco. Son Antonio y Paqui y el niño, para variar, también Antonio, como el abuelo, aunque la razón que aducen para ponerle el nombre es que, cuando supieron que estaba embarazada, fue el mismo día en que falleció el abuelo; si lo que esperaban era niño, el nombre le venía ya impuesto por el acontecimiento luctuoso. Ambos son profesores de la ESO, provenientes de Ingeniería Tecnica, como mi hija Sara. Su conversación resulta muy agradable, y podríamos haber estado horas y horas charlando. Los dos son murcianos y esperan no demorar mucho el segundo hijo. Compartimos muchas opiniones sobre la forma de educar a hijos y nietos. Ellos, durante el curso, tienen la suerte de poder recurrir a los cuatro abuelos y ahora, en vacaciones, pueden disfrutar de su hijo; pronto les llega setiembre y, de nuevo, le tocará ser atendido por abuelos y guardería.

Una tarde en playa La Llana
Me rellenan mi botella con agua de otra más grande que tienen empezada y, por paseo, entro en playa La Llana. Ahora son tres los socorristas de Cruz Roja. Uno, el que por la mañana me ha dicho que no es nudista, me dice que, si voy a dormir en la playa, tenga cuidado. “¿Me puede salir alguna novia?”, le pregunto; y su respuesta es escueta, “o novio, o novio”, con cierto retintín y a dúo con otro de los tres socorristas. Bajo a la playa y me descalzo. La arena por la orilla es fina y dura a la vez y tiene un buen pisar; voy dando un paseo magnífico. Es un tipo de arena que me habría gustado tener por todo el camino. El mapa que me ha servido para llegar a La Llana, ya no me sirve, puesto que mañana saldré por la otra playa, la de Torre Derribada que, enseguida, me llevará a El Mojón, con lo que ya habré salido de San Pedro del Pinatar; por tanto, lo abandono. Hay montañitas de posidonia, que son las algas en forma de largas cintas que he ido encontrando a lo largo de todo el viaje. Aquí es quizás el lugar en que más veo, pero no será nada comparando con las que me tocará ver en El Mojón el próximo verano; tantas que formaban una montaña que ocultaba totalmente la zona del mojón separador de las dos provincias. ¿Podría considerarse una acción de la naturaleza para borrar fronteras administrativas?

La ocupación de la playa por la posidonia no es regular ya que hay tramos sin ninguna y otros donde estas algas están muy agrupadas, pero el perjuicio es menor que el beneficio que producen ¡A ver si se enteran los mallorquines y se enfrentan al invasor ignorante alemán! Hasta pasar el segundo puesto de socorristas, no empezaré a ver nudistas; en algunas zonas conviviendo con textiles. Decido ir hasta el final del brazo de mar, o península norte del Mar Menor, toda ella, parque natural. Desde allí saco foto del otro lado, de La Manga, en la parte que corresponde a La Veneciola, con sus altos edificios.

Gemma, agente de viajes,
y sus amigos socorristas
Cuando regreso, la parada con las chicas del segundo puesto de socorristas viene obligada. Serán ellas las que me darán muchas claves del tema Posidonia. No ha sido hasta ahora que he podido relacionar las algas cinta con su nombre científico. Luego reacciono casi de forma agresiva defendiendo mi derecho a estar desnudo en cualquier playa de España. Me doy cuenta de que estoy airado, a pesar de que sé que me voy a desnudar en ese lugar que me parece cómodo y amable. Quizás por estar en lugar tan apropiado para el nudismo, es por lo que me demoro en el regreso. Pareciera como si este lugar me fuera a dar algo más que paz y sosiego. Como el tema nudismo si, nudismo no, se agota, paso a contarles mi viaje. Ya me quedarán pocas ocasiones de hacerlo. Les cuento Tarifa-Pelayo, Cádiz-Sancti Petri y otras anécdotas más generales. Aquí ya las tengo enganchadas al relato. Cuando les planteo mi regreso a casa, Gemma, que está pendiente de una niña que se resiste a salir del agua, se ofrece para informarse de qué trenes tengo para regresar a Irun. Y lo que me dice es lo siguiente:
06:55 Salida de Alicante
10:38 Llegada a Tarragona
13:27 Salida de Tarragona (la nueva estación)
21:25 Llegada a Irun
Agradezco su información, y me dicen que antes he estado en las Encañizadas, que es la parte final de Salinas de San Pedro. Llega un chico y se va con una de ellas a bañarse; le saludaré al final, cuando regresan.

Mi último dibujo. Jaime
Retorno hacia la zona en que, al venir, he visto más nudistas, con intención de acomodarme en un sitio y pasar allí la noche. Cuando llego, ya se han ido varios. Me coloco entre textiles y nudistas. Una pareja de chicos, uno desnudo y el otro con bañador, se besan; otra pareja de chicos en que el textil se sube y se baja el bañador, viéndosele más o menos su raja del culo; otra pareja de chicos se muestran más formales. Después del baño y del paseo para secarme, serán los primeros los que elija para hacer mi último dibujo en Murcia. Cuando sospechan que los estoy dibujando, se levantan y se van al agua para besarse con mayor libertad. A lo mejor pensaban que iban a salir reconocibles en el dibujo y, por tanto, huyen del paparazzi.


Los dos nudistas más próximos, se quedan en uno, ya que Jaime se va a dar una vuelta por las salinas y dunas. Cuando Jaime regresa, se va Ramón. El sol se ha ocultado por poniente, tras la duna baja pero suficiente, y ha dejado en sombra la playa. Me subo a la duna para aprovechar los últimos rayos del atardecer. Mientras, Jaime se ha bañado, secado y está fumando un cigarrillo. En ese momento se me ocurre la conveniencia de tener una foto de recuerdo de mi último día, así que bajo de la duna y le pido a Jaime que me la saque, cuando termine de fumar. Mientras, le hablo de mi viaje. Es de Iruña y Ramón de Madrid, pero afincado en Pamplona desde hace años. Son compañeros. Me saca la foto en la que me podéis ver mucho más delgado que cuando salí de Portugal, y con la cara de pena del final de un viaje que tanto me a reportado en nuevos conocimientos o en la recuperación de ya conocidos. Mañana será día de lloros, por lo bueno que se acaba, y de dicha, por que ya concluí el viaje y regreso donde los míos más queridos y próximos. Cuando vuelve Ramón, se visten y les acompaño por la orilla del mar, hasta un punto en que ya no veo mi equipaje, pero que lo dejo sin ningún temor. Ya queda muy poca gente en la playa, pero todavía siguen llegando algunos sueltos. Me cuentan que las pozas salinas de la zona de dunas merece la pena ser visitada y darse un baño más salino. Cuando creo que ya me he alejado suficiente de mis mochilas, me despido de Ramón y Jaime y regreso a mi sitio.


Organizo mi cama al pie de la duna, en un pequeño entrante, pero sin meterme en ella. Me adentro en las salinas y todavía veo a algunas personas, alguno desnudo y otros vestidos y de charla, pero me parece ya tarde para el baño en las charcas y me prometo a mí mismo hacerlo mañana. El aire no parece que tiene fuerza, pero la arena es tan fina que cuesta mucho quitarla de encima, tanto del cuerpo como de los tejidos que impregna. Como ya no espero llamadas, desconecto el móvil para que mañana tenga batería y, si recibo alguna llamada nocturna, no haga efecto llamada que sirva para que me pueda detectar el ladrón inexistente en lugar tan apacible. Intento foto imposible de la luna llena. El reflejo me trae el recuerdo de Munch. La Osa Mayor la localizo hacia San Pedro del Pinatar. Todavía llegan o salen aviones por San Javier.

Lo mejor del día ha sido esta tarde noche en playa La Llana. También, las señas obtenidas en la AGA, la buena dormida en K-Hito, la charla con Adela en el desayuno, el mapa que me han dado en Información en San Pedro del Pinatar, el paseo por las salinas con su agua rosácea, la rica lubina, mi último dibujo que se ha salido de la norma, con dos personajes principales y que en 2009 se repetirá sin ellos, las informaciones de Gemma y el equipo de socorristas sobre la posidonia y mi viaje de regreso, y la última charla con el navarrico Jaime y la foto de recuerdo que me ha sacado con mi cámara. Tenía que haberme hecho otra el primer día en Portugal, para poder comparar. Ahora estoy mucho más delgado.

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