Cabo de Trafalgar-Caños de Meca-Cabo de Trafalgar.
Encuentros
matutinos
Hoy dormiré en el mismo sitio. He dormido
bastante bien; la almohada la hice mejor ayer. El lugar invita a estar
despreocupado; a lo lejos se oían unos tantanes que resultan poco molestos,
serán los de Ángel, al que ya conoceréis. Me despierto a la siete y espero a
que salga el sol por encima de la montaña de Vejer, para ir a darme el baño. Lo
hago a las 7:45 h, en el momento en que viene de darse el suyo Jose, de Bilbao,
y está paseando para secarse. Nos ponemos a andar paseando hasta las rocas más
próximas al faro. Acaba de llegar para pasar sus vacaciones y se han quedado en
casa su mujer y una niña pequeña. Al volver pasamos por la duna y le enseño el
equipo que llevo, el diario, los dibujos. Le acompaño hasta mitad de playa,
donde me vuelvo a bañar, Jose ya no lo hará y, mientras me baño, él se fuma un
porrito y, cuando pasa el pescador que vi ayer, le pregunto cómo le ha ido la
pesca nocturna y me enseña unos sargos que, a mí, me recuerdan a las muxarras
(especie de besugos pequeños). Me despido de Jose ¿Nos veremos en Caños de
Meca?
Retrocedo a mi dormitorio, recojo todo el material y me pongo en marcha
pero, cuando estoy llegando al final de la playa, bajan desnudos al agua Jose,
de Luanco, y Susan de San Cibrao; son una pareja esotérica, bastante hippy y
han pasado sus vacaciones en Lanzarote ¡Qué bien! A pesar de lo mucho que han
disfrutado en Canarias, envidian mi forma de viajar. Les saco foto en el agua,
con el faro, me despido de ellos y camino hacia Caños de Meca, con intención de
desayunar allí. Sigo desnudo hasta donde está un pescador, me visto y subo al
paseo marítimo.
Un chico que pasea a su perro, me indica un sitio adecuado;
pero el primero está cerrado y el segundo aún no ha abierto, aunque está a
punto de hacerlo. Me hace esperar 10 minutos, ya que la cafetera no está
caliente todavía. Desayuno tostada y manchao por 3,50 € en el bar El Papelón;
escribo un rato y me voy a ver si encuentro los chorros. Será en vano.
Saco
foto de la primera playa, textil, con el restaurante El Pirata, donde luego
comeré.
Buscando los caños
Para pasar a la playa nudista es necesario
pasar por zona urbanizada de casas y, a través de ellas, se accede a la playa.
Pregunto, pregunto y pregunto y nadie sabe nada ni de los caños, ni de los
chorros. Voy hasta el final de la playa, con igual resultado, así que dejo las
mochilas y sigo por el acantilado, cuando veo que las rocas no me dejan seguir
andando con comodidad, me meto en el mar, hasta que no me queda más remedio que
nadar; no soy buen nadador y avanzo poco y me canso mucho y hago la plancha y
descanso y vuelvo a nadar; pero en toda la costa que alcanazo con la vista, soy
incapaz de ver nada que indique que pueda haber un caño, un chorro, un salto de
agua; ya cansado, regreso donde las mochilas. Cojo las mochilas y sigo
preguntando a gente que no sabe y, a la vez, tentando a los que no sabiéndolo,
ahora se interesan por conocer el lugar. Por fin, un señor me dirá por dónde
están, pero que hay que esperar a la bajamar de las cuatro de la tarde; luego
resultará que la bajamar será bastante más tarde de esa hora.
Rufi y Toño
Me encuentro en el agua con una pareja
interesada en ir a ver los caños, pero no tienen un lugar con arena seca, así
que me acerco a otra pareja, Rufi y Toño, de Cáceres y que me darán su e-mail.
Toño nació en Gipuzkoa, aunque de padres cacereños que se volvieron a su
tierra, después de trabajar muchos años en el País Vasco. Toño trabajó en
Bellota, en Legazpia y ahora se gana la vida como pintor de brocha gorda ¡Es un
manitas! Y no se morirá de hambre. Hizo un curso de algo que no recuerdo, para
mejorar y ha trabajado duro hasta conseguir pagar la casa que compró con dinero
prestado y que ya ha devuelto ¡Qué gran satisfacción! Tiene ganas de aprender,
adquirir una cultura general mejor que la que ya tiene. Rufi tuvo un aborto y
se están proponiendo tener su primer hijo, pero la fortuna no les sonríe.
Todavía son jóvenes, pues ambos tienen 32 años, pero les animo a que no lo
demoren. Yo soy feliz ejerciendo de abuelo joven con mis dos nietos; el
tercero, de mi hija menor, el que se me anunció el año pasado, 2007, estando en
Peniche, nació en marzo, así que siendo tan chiquitín, aún no he tenido tiempo
de disfrutar de él. Este es el primer año que el matrimonio sale de vacaciones
de verano; tenían ganas y necesidad. El padre de Rufi tiene plantaciones de
tabaco y ella trabaja con él, pero pueden vivir con el dinero que gana él,
aunque el trabajo en la construcción empieza a flojear. Se tienen que ir y
prometo noticias cuando termine el viaje de este año, siempre y cuando no
pierda el diario donde he apuntado su dirección de correo. Nos damos un abrazo
y hasta que la vida nos vuelva a encontrar. Resultará que en noviembre les
visitaré, pues me tocó balneario en Fuentes del Trampal (Cáceres). Se van en
busca del coche y yo me quedo un rato más en la playa. Allí hay varada una
patera.
A comer en El
Pirata
Un pirata hippy, me invita a comer de sus
latas en la playa, pero prefiero comer con algo más de formalidad, puesto que
ayer no cené. Me dice que Ángel, por la tarde, que será tarde, va a organizar
un viaje a los caños con el que quiera apuntarse y que, si sólo voy yo, irá
conmigo. Que ya le veré paseándose por la playa. No quería marcharme de Caños
de Meca sin ver sus famosos caños; ya en 2006 me dio rabia no verlos y esto
sería reincidir en el mismo fallo. Así que, una vez resuelta esta cuestión, me
voy a buscar un sitio para comer. Me encuentro en la calle con Ángel, alias, El
pirata, que me confirma la visita a los caños y me recomienda el restaurante El
Pirata, y hacia allí voy. Aunque se entra por la calle de detrás, la terraza
queda encima de la playa, con una amplia vista del horizonte marino. Me ofrecen
cazón y considero una buena ocasión para probarlo; la ración es enorme y, entre
que tengo poca hambre y que no me gusta nada el pescado en adobo, lo comeré con
poco éxito. Es muy probable que cazón adobado no lo vuelva a pedir nunca. Ya me
habían advertido que era un pescado con poco sabor y que lo adoban para que
sepa a algo, pero ese algo a que sabe, no me gusta nada. Menos mal que los
langostinos tigre están ricos, aunque me los sacan algo crudos y los como sin
ansia; sólo como una rodaja de pan y me cobran como si me hubiera comido todo
el cestillo. Tomo menta poleo. He hecho comida cara, pues me cobran 32 € y, lo
peor no es eso, sino que me quedo casi sin blanca y no podré sacar hasta llegar
a Barbate. Sólo me quedan 8,10 € y, si le tengo que dar una propina al guía, me
quedaré a verlas venir. Después de comer cago, pero no hay papel higiénico y me
las apaño como puedo. No puedo coger agua del grifo para beber por la tarde porque el agua de Caños de
Meca no es potable.
Caños de Meca no
tiene agua potable
El agua que se consume para todo el ciclo
alimenticio es embotellada. Algo a tener en cuenta como gasto a añadir al
presupuesto vacacional. Me cuentan que hay conflicto entre los que viven en
Caños de Meca, en relación con el Ayuntamiento, que está en Barbate. Desde la
institución local, parece ser que no lo quieren promocionar y se niegan a
llevarles el agua potable. Por otro lado, como podré comprobar luego, el agua natural
que caía con cierta continuidad en la zona de los caños, prácticamente se va
agotando, así que uno de los principales atractivos del lugar se está
perdiendo; así que habría que hacer una doble acción: recuperar los caños y
traer el agua potable. Quizás la información que he recibido sea parcial y
fuera necesario contrastarla con los ediles del ayuntamiento. Otra opción sería
la desanexión y que los habitantes de Caños de Meca corrieran con todos los
gastos; pero me estoy metiendo en elucubraciones sin tener base de
conocimiento. Como no puedo coger agua, estoy bajo mínimos. Escribo hasta las
16:30 h y bajo a la playa, de nuevo.
Haciendo tiempo
para, en la bajamar, ir a los Caños
Al salir de El Pirata, veo una unidad de socorro y presento mi pie izquierdo que lo tengo dañado por las rocas, no recuerdo si las de ayer o las de esta mañana; me quitan un trozo de la piel levantada y dicen que no hay ninguna incrustación. Así que me dan Betadine y ¡buen viaje! Bajando las escaleras que llevan a la playa, me encuentro con un espécimen de futuro policía nacional, un impresentable, que vota PP y al que acompaña un amigo algo más crítico. Son de los que, para estar cachas, dedican a su cuerpo muchas horas de gimnasia y deportes varios. El segundo le dice al primero: “¿Tu novia sigue llorando?” y la razón de la pregunta es que, en breve, ingresará en el cuerpo para estudiar; lo que teme la novia es que, pronto, se encaprichará de otra, también estudiante de policía. Por lo que veo, sus temores no son infundados, ya que veo en él al clásico machito ibérico. Las escaleras de bajada pasan por un pequeño bar vacío, cuyos camareros, en la puerta, miran invitadores para que entremos a consumir sus espirituosos; traspasamos el bar y bajamos los últimos escalones a la playa. Aunque bajan a la playa nudista, ellos no tienen intención de desnudarse, pero van a tratar de ver todo lo que las niñas despelotadas les puedan enseñar. Ni siquiera se bañan. Temerán que se les encojan sus preciosa, enormes y ocultables pichas. Quieren ver pero sin dar nada a cambio y me quieren utilizar para que les presenta a alguna de las nudistas con las que hablo. No se van a desnudar, pero no voy a perder la ocasión para meterme con la política del PP, incluso con su política económica de la que tanto presumen ser expertos. El futuro policía, tirando para casa, me dice que si vota al PP es porque prometió subir el sueldo a los policías. También me meto con la iglesia, su doble moral, el paralelismo de ambas ideologías y que el PP utiliza para su provecho. Me defino contrario al consumismo, que no da la felicidad, y que da una falsa idea del estado de bienestar. Ellos no tienen argumentos ni para defender su ideario, si es que lo tienen. Como no les presento a una desconocida para mí que está en topless, ni se van a bañar, se dan dos o tres paseos por la orilla y deciden marcharse. ¡Que os vaya bien con el PP!
Al salir de El Pirata, veo una unidad de socorro y presento mi pie izquierdo que lo tengo dañado por las rocas, no recuerdo si las de ayer o las de esta mañana; me quitan un trozo de la piel levantada y dicen que no hay ninguna incrustación. Así que me dan Betadine y ¡buen viaje! Bajando las escaleras que llevan a la playa, me encuentro con un espécimen de futuro policía nacional, un impresentable, que vota PP y al que acompaña un amigo algo más crítico. Son de los que, para estar cachas, dedican a su cuerpo muchas horas de gimnasia y deportes varios. El segundo le dice al primero: “¿Tu novia sigue llorando?” y la razón de la pregunta es que, en breve, ingresará en el cuerpo para estudiar; lo que teme la novia es que, pronto, se encaprichará de otra, también estudiante de policía. Por lo que veo, sus temores no son infundados, ya que veo en él al clásico machito ibérico. Las escaleras de bajada pasan por un pequeño bar vacío, cuyos camareros, en la puerta, miran invitadores para que entremos a consumir sus espirituosos; traspasamos el bar y bajamos los últimos escalones a la playa. Aunque bajan a la playa nudista, ellos no tienen intención de desnudarse, pero van a tratar de ver todo lo que las niñas despelotadas les puedan enseñar. Ni siquiera se bañan. Temerán que se les encojan sus preciosa, enormes y ocultables pichas. Quieren ver pero sin dar nada a cambio y me quieren utilizar para que les presenta a alguna de las nudistas con las que hablo. No se van a desnudar, pero no voy a perder la ocasión para meterme con la política del PP, incluso con su política económica de la que tanto presumen ser expertos. El futuro policía, tirando para casa, me dice que si vota al PP es porque prometió subir el sueldo a los policías. También me meto con la iglesia, su doble moral, el paralelismo de ambas ideologías y que el PP utiliza para su provecho. Me defino contrario al consumismo, que no da la felicidad, y que da una falsa idea del estado de bienestar. Ellos no tienen argumentos ni para defender su ideario, si es que lo tienen. Como no les presento a una desconocida para mí que está en topless, ni se van a bañar, se dan dos o tres paseos por la orilla y deciden marcharse. ¡Que os vaya bien con el PP!
La cuadrilla de El
pirata
Veo a un chico de pelo largo que está moreno
pero que se ve que unas veces es nudista y otras no, pues tiene el culo
colorado y me cuesta darme cuenta de que es Ángel, El pirata. Me acerco y le
digo dónde estoy, para que me avise cuando vaya a los caños; me dice que hay
más gente que le ha dicho que quiere ir. Ángel se para con una pareja para liar
un porro, parece que fueran sus clientes y él el suministrador, y me dice que
hay otros chicos de Bilbao y me presenta a la tribu. Hay un hombre que me puede
dar indicaciones para mañana y, en vez de ir a Barbate por la carretera, poder
hacerlo por caminos que van por encima del acantilado, por el Parque Natural de
La Breña, pero ahora está echando la siesta. Luego, cuando despierta, me viene
a avisar Ángel y hablo con él. Es un hombre muy cascado, que parece bastante
mayor que yo aunque, es probable que sea más joven. Está desnudo, pero se medio
cubre con un medio pareo, que ni siquiera le oculta el pene. Las orientaciones
que me da, no me servirán de mucho mañana. El resto de componentes, forman un
grupo de “tirados”, que hacen sus caceroladas con fuego en la arena; en una hay
restos de caracoles, pasta y tomate, que se ve les ha sobrado de la comida.
Están muy sucios ¡quién habló! Me presenta a algunos, pero no volveré por la
zona hasta que sea la hora de la bajamar.
A media tarde, en la zona en que he
estado con Rufi y Toño, que es donde me he quedado. hay un grupito muy
heterogéneo, con una chica que no se quita la parte de abajo, pero que da la
sensación de que fuese del sexo masculino, con una voz muy peculiar; mañana la
volveré a ver con su atuendo de barrendera, limpiando una zona alta del pueblo,
hacia la salida a Barbate. Como no tengo agua, he caído en la tentación de
comprarle al hombre del carrito, que vocea: “¡Cerveza, Coca-cola, Fanta!”, una
cerveza (1,50 €); y lo plasmo en mi dibujo. Hoy la cerveza estaba
justificadísima por la falta de agua potable en Caños de Meca.
El pirata nos
lleva a los Caños
Ángel me presenta a los vizcaínos. Goizargi y
Ander son de Bilbao y Alejandro, que es de Santurtzi; a estos últimos les he
conocido en mi regreso al grupo, cuando ya se está acercando la hora de la
partida hacia los caños; les cuento algo de mi viaje y les enseño mi Moleskine,
pero cuando lo empiezan a ver, se prepara el guía para la excursión, así que
dejo a Goizargi el diario y el cuaderno de dibujos, para que los vean
tranquilamente y me los devuelvan al regreso. Son ambos documentos muy valiosos
para mí, pero no tengo ningún temor de que los vaya a perder.
Pasamos junto a
la pareja que está fumando porros y con su jijijí, jajajá, que si ¿ahora?,
deciden quedarse: “ya iremos mañana”, dicen y mañana, supongo, estarán igual y
dirán “el viaje ya lo hicimos ayer”. Así que dos de los que iban a venir, ya le
han fallado al guía. Ángel les dice que no sabe si irá mañana o no. Así que
solo vamos los dos; en el camino pescamos a un matrimonio y a un chico que “no
entiende”, no se aclara qué le proponemos, pero acabará viniendo. El camino
hacia los caños lo empezamos por las rocas del fondo de la playa, en la zona en
que ya he estado al inicio de la mañana, cuando estaba marea alta, pero dos
extranjeros iban también a intentarlo.
Los tres hombres vamos desnudos y la
mujer en topless; el añadido de última hora va con su enorme bañador; como
vamos a andar por rocas, llevo puestas las Quechua que, en algún tramo, las
mojaré. El camino es variado; hay alguna cueva. El del bañador, cuando ya
estamos llegando y teme que se le vayan a mojar sus chanclas, decide volver;
creo que la razón principal es la de evitarse la propina al guía. También la
pareja está a punto de tirar la toalla pero éstos tienen una razón de peso, van
descalzos y les duelen los pies.
Ángel les anima a que sigan, ya que enseguida volvemos
a salir a la arena y, luego, se alegran de haber hecho caso al guía. Él va con
una bolsa que no suelta ni a sol ni a sombra, se ve que allí van todas sus
pertenencias y yo, que tengo lo de los dos meses, lo he dejado abandonado en la
playa sin temor alguno. A Ángel también le ha costado llegar y eso que tiene
los pies curtidos. Yo, gracias a las sandalias, soy el que mejor camino por las
rocas y, visto lo visto, lo que siento es no haberme animado antes a venir
solo. Lo pienso, sobre todo, cuando nos hemos cruzado con los dos extranjeros
que he visto a la mañana y que, ahora, volvían de regreso; mañana retornan a su
país. Finalmente, nos encontramos con una roca socavada por el mar y de la
parte de arriba de una especie de voladizo hay una escasa caída de agua; es
como una ducha en que cae agua a goterones. Me meto debajo y le pido a Ángel
que me saque una foto de cuerpo entero.
Como él, saldrá algo quemada. El lugar
es bonito y el paseo también ¡Lastima la poca cantidad de agua que cae! ¿Cómo
serían los antiguos caños que dieron nombre al lugar? Regresamos a la playa por
el mismo camino, con pocas variaciones y recojo mis mochilas. A los de
Bilbao-Santurtzi les han gustado mis dibujos y Goizargi me dice que apenas le
ha dado tiempo de leer mi diario. A Ángel también le han gustado los dibujos y,
como sólo tengo un billete de cinco euros y se lo doy, para no quedarme sin
nada para mañana, le pido que me devuelva uno. Como él está en bolas, será
Alejandro quien me lo dé y ya se arreglará con él; así que la excursión me ha
salido por 4 €. Aún me quedan 2,60 € para gastar mañana.
Yo a dormir y
otros a seguir la juerga
Ahora Ángel está ofertando sesión de noche
con tantanes en dunas y también una sala de fiestas para seguir la juerga. Para
ser un hombre libre, sin ataduras, sin un trabajo convencional, ¡lo que tiene
que trabajar Ángel! Al final del día, le oigo quejarse; se le ve hecho polvo y
todavía lo que le falta para concluir la jornada con los tantanes en las dunas
y en la sala de fiestas y, para colmo de males, tendrá que aparentar placer y
no descuidarse y que se le escapen los posibles clientes. Me despido de El
pirata, le deseo buena suerte en la vida y me voy a buscar mi duna particular,
la de ayer noche; confío en que nadie me la haya quitado y que esté lo
suficientemente lejos de la de Ángel y no me molesten los tantanes.
Ya ha
oscurecido; voy por la playa hasta la zona de rocas y luego subo al paseo
marítimo. Desciendo del paseo por donde he subido esta mañana; estoy
deshaciendo camino ya conocido, y entro en la playa en forma de media luna,
donde me he bañado primero con Jose, de Bilbao, y luego con Jose y Susan, los
asturianos. Paso junto a un grupo, que está al inicio de la playa, con
guitarras y flautas y, cuando llego a mi duna, se empiezan a oír los tantanes
de Ángel. No veo mucho, pero lo suficiente como para poder montar bien mi
tinglado. Hoy también me sale bastante bien la almohada y duermo bien. No me
preocupo de los mosquitos, ni de las hormigas y estoy tan cansado, a pesar de
ser día de poco recorrido, que ni me acuerdo de cenar unas pipas de calabaza.
Durante la noche, me levantaré dos veces a orinar.
Lo mejor del día ha sido el encuentro de la
mañana con Toño y Rufi; pensaba que siendo de Cáceres, ya no nos veríamos más,
salvo que ellos me visitaran algún día en que se acercaran a Legazpia, pero la
realidad fue más generosa que la previsión y, en noviembre, dormí dos noches en
su casa de Talayuela, me enseñaron Trujillo, la comarca de la Vera, con
invitación a comer, dos cenas y desayunos y, finalmente, me acompañaron al
balneario de Fuentes del Trampal, donde compartiría habitación con un hombre de
la Aldea de San Nicolás de Tolentino (Gran Canaria), Augusto Hernández, que
también sería amistad duradera, aunque hace tiempo que apenas sé de él. En
noviembre de 2011, volví a ir al mismo balneario con mi amigo de hace más de
veinte años, Martín Martín; una tarde fuimos a Talayuela a visitarles y nos
enseñaron, yo ya lo había visto, las plantaciones y secaderos de tabaco del
padre de Rufi. Volviendo al día de hoy, el recorrido con Ángel hacia los caños
de Meca también ha sido muy bonito. ¡Lástima de la falta de agua, que ha reducido el nombre a Cañitos de Meca!
Interesante también la inteligencia del futuro policía nacional y sus valores;
con gente así, está muy justificado que algunos nudistas prefieran guetos, para
evitar encontrase con textiles de esa calaña. La comida que he hecho ha sido
cara, precisamente el día en que más tenía que ahorrar, pues me quedo casi como
el día en que perdí dinero y documentación; aquel día tenía 2,40 y hoy 2,60 €;
espero que mañana lo pueda resolver en Barbate ¿Habrá banco con sistema All-Cash?
Volviendo a la comida, al menos he probado, para no volverlo a pedir, cazón
adobado. El lugar me ha gustado, pero la falta de agua potable es un hándicap
difícil de resolver en la actual coyuntura de crisis económica. A pesar de
todo, mis amigos Rufi y Toño, siguen yendo allí de vacaciones todos los
veranos. Les encanta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario