jueves, 12 de abril de 2012

Etapa 29 (145) Benalmádena-Playa de San Julián

Etapa 29 (145) 17 de julio de 2008, jueves.
Benalmádena-Torremolinos-Playa de San Julián.



Últimas horas en Benalnatura
Me despierto a las 6:30 h. y veo que hay otro durmiente en el lugar donde estuve ayer con Emilio; también duerme en saco, pero no tengo ni idea de a qué hora ha podido llegar. A las siete me baño y me seco al aire, a pesar de lo sombrío del lugar, pero hace buena temperatura. Me meto por la parte arbolada de la playa, con espacios privados para socios, con mesas, barbacoa, zona de masajes, etc. y saco fotos del chiringuito. Cuando regreso, el compañero de dormitorio ya tiene puesto el pantalón y veo que se va. Vuelvo a mi sitio, recojo todo y lo cargo a mis espaldas y, al subir hacia el chiringuito, veo al otro, que dormía en la playa, duchándose. También se ha levantado el extranjero que ayer noche recogía colillas, se interesó por mis dibujos y se habría enrollado si hubiéramos tenido un idioma común. A las 7:30 h aparece un homosexual con ojos de deseo y que no pierde de vista, sin disimulo, mi pene. Se desnuda, la oferta dura y se va hacia las rocas de la izquierda. 



Voy saliendo de la playa y llego al cartel en que ponía la prohibición de estar vestido en el bar que, al bajar, no había visto y que dio motivo a todo el show y a mi ataque de inconstitucionalidad. Si el mamón no hubiera ido hacia las rocas, es fácil que habría salido de la playa por allí, por donde vi ayer marchar a Emilio y a más gente; pero no quería que pensase que quería algo más de sexo con él. Lo siento Emilio, ya se que mi costa no es tu costa.

El puerto de Benalmádena
Voy por la acera hasta llegar a la siguiente playa. Voy por un paseo peatonal y llego a un área de descanso con tinglado de madera que tiene funciones de parasol recio, al que fotografío. Aún quedará un rato hasta llegar al puerto que tiene características similares al de Sotogrande. 

 


Éste de Benalmádena es más abierto, más visible, más para dar envidia al que le gusta navegar y no tiene medios para hacerlo. El de Sotogrande estaba más oculto por las casas privadas, era algo menos visible y, por tanto, para goce de sus usuarios y menos envidiable; como no pude entrar no tengo argumentos para comparar más, ni en tamaño, ni en número de embarcaciones de recreo. 

El uruguayo Juan
Todavía queda mucho terreno de Benalmádena, voy caminando por el puerto deportivo, rodeándolo y observando los recovecos del otro lado, las entradas y salidas, entrantes y salientes de los edificios de enfrente, a los que no se pueden acceder. Son lugares exclusivos para los usuarios de las embarcaciones que, no obligatoriamente, tienen que vivir allí. Luego llegaré a una playa y, desde su nicio, empiezo a hablar con Juan, nacido en Uruguay pero que ha vivido por el continente americano: Argentina, Nueva York, California y que desde hace varios años, ya vive aquí. 
 
Está viudo. Él estaba muy enamorado de su mujer; él más enamorado de ella que ella de él. Le ató demasiado largo (Creo que me quiso decir que no le ató corto; pues atar largo es como no atar), y se arrepintió. La cultura de ella era la que la hacía mujer liberal pero, mientras vivió, él fue feliz. Ahora tiene relaciones esporádicas con mujeres, pero que no duran. Él también se va acostumbrando a vivir en libertad y forma parte de su deseo. En este aspecto, Juan es uno de los míos. Le gusta el viaje que estoy haciendo y la conversación con él es preciosa. Se lo manifiesto. Tiene dos hijas de edades similares a las mías, 35 y 34 años, que viven en Nueva York y, de vez en cuando, vienen a Europa y le llevan en palmitas, de aquí para allá. Ellas son muy neoyorkinas. Una es arquitecta y la otra ingeniera, pero que están enamoradas del arte europeo. 
 
Cuando vienen, él se aprovecha y disfruta con ellas. Ahora, como manejan bien el ordenador y están atentas a las ofertas, una de sus hijas, le ha cogido un vuelo a Nueva York por 600 € que, comparando con el vuelo más barato que él había conseguido desde aquí, rondaba los 1200 €. Hablamos de que él ha sido autónomo y le llegó el momento de vender su negocio. Me habla del corralito y del caos previo de Argentina; también del paraíso fiscal de Uruguay, que me dice es similar a lo que ocurre en Europa con Suiza y de sus deseos de comprarse una casita en la costa atlántica de Uruguay, con intención de ir allí y ayudar a un amigo a salir de su zozobra económica y que sea el que se encargue de mantenerla en condiciones para cuando Juan vaya por allí. Así tendría casa los dos meses al año en que suele estar por allí. Me resulta curioso que, quejándose de que aquí vive justamente, tenga dinero como para cumplir ese sueño. Me dice que los 600 € que le ha adelantado su hija para el viaje, se los dará cuando ella visite Benalmádena. En realidad, esta playa es previa al puerto, así que me había adelantado a presentar barcos del puerto antes de haber entrado. Juan tiene buena conversación, como se ve por lo contado, se nos acaba la playa y empieza el puerto que, gracias a su orientación, veré en su parte más bonita, con los islotes de viviendas privadas a las que se acceden por puentes enrejados con puertas de acceso con clave. Exclusivismo, pero bonito desde el punto de vista paisajístico, con los veleros que, tras mi curso de vela con Kutxa, ya forman parte de mi vida. También Juan me dirá que, en Torremolinos, en las fuentes de la calle, hay un agua muy rica y apreciada y que la recogen de los alrededores. Me despido y agradezco a Juan por su conversación y por toda la información que me ha facilitado.

Torremolinos
Al entrar en Torremolinos, en la propia muga, encuentro a dos policías municipales motorizados de Benalmádena. Me confirman y señalan el pinar donde se recoge el agua rica que me ha dicho Juan, el uruguayo. Queda un rato y me enrollo con Jose y luego vendrá José Luis que, tras saber la caminada que estoy haciendo, me ayudarán e informarán. Sin llegar a ser el encuentro tan bonito como aquél con los policias municipales motorizados de Sagres, éste también ha sido interesante. y, también, les saco foto. Sigo el paseo marítimo , junto a la playa y pregunto por un sitio para desayunar. 

En uno me dicen que no dan desayunos y acabo en El Pepe "el Cordobés" donde me sirven tostada muy rica con mantequilla, pero el manchaíto será escaso de leche (2,75 €). Me atiende muy bien la búlgara Tsveti (Flor) y me dirá el significado de Zdravko (Salud) y sus derivados de sano y saludable. Así que mi equivalencia con García (interpretándolo como apellido) era totalmente errónea. Tsveti me pone a cargar el móvil, me da agua y un plano de Torremolinos. A las 12:45 h me vuelve a llenar de agua mi botella y, hasta la una, sólo estarán ella, atendiendo la barra y otra mujer en la cocina.Ya falta poco para que entren los de refuerzo de turno. Me despido de Tsveti y me voy con el plano guía que me ha dado a recorrer algo de la ciudad. 

Aunque llevo la guía, entro en información. La chica no se arregla con mi plano y me da el editado por el Ayuntamiento. Me dice que estamos en el barrio de pescadores de la carihuela, pero no me animo a meterme entre calles porque, aparentemente, son casas de muchos pisos. 
 
También me enseña el centro de la ciudad, el ayuntamiento y la calle San Miguel, por la que intentaré bajar ahora. Cuando paso la puerta de piedra, que parece la original de roca porosa al mar, que sujeta a un hotal, veo una escalera que sube; pregunto a una pareja que inicia la marcha en mi misma dirección y él me dice que no llegaré al Ayuntamiento para las dos, que es la hora en que cierran. Son las 13:25 h y llego al Ayuntamiento a las 13:40 h ¡Qué mal calculan los conductores las distancias!

He llegado a tiempo, antes de las dos, pero el Ayuntamiento lo han cerrado al público a la una; en vista de lo cual, entro en la Policía local y allí me pondrán el sello. Al salir pregunto a una señora de la limpieza y para comer, me recomendará el Lanjarón, que lo encontraré siguiendo hacia abajo por la misma calle.

Comida en El Lanjarón
Siguiendo la calle, saco foto a la Iglesia del Cristo Resucitado. Pregunto a una señora que barre, dónde está el grifo y me orienta hacia la tercera calle y enseguida veo el Lanjarón y su menú de 7,50 € y como patatas guisadas con pimiento, ajo, pimentón y dos trocitines de carne; está riquísimo y hunto con el pan. De segundo como hígado con mejunje de ajo y peregil y patatas fritas, que rebaño con el pan y de postre un buen taco de helado de fresa y nata, con barquillo (al corte) de unos 10 cm de grosor. Un tinto de verano y no tomo extras, ajustándome al precio del menú. ¡No hay como hacer ejercicio para tener hambre y desgustar una magnífica comida! También ha sido un acierto el haber salido de la zona comercial y de la zona marítima. Ha sido una de las mejores comidas del viaje. Cuando lo escribo, me doy cuenta de que son ya muchas las que me están pareciendo las mejores. La más reciente, la de El Gallo, de Marbella. Pregunto datos al camarero y termino de escribir hacia las tres, con idea de bajar por San Miguel. 

De nuevo hacia la costa
La calle ya está cerca y, preguntando se llega fácil. Es peatonal y comercial y, como no tengo intención de hacer compras, me siento feliz, pero veo tienda de fotos y pregunto por si tienen rollos de dispositivas. Pero la tienda no vende nada de fotografía, lo que pasa es que no quitaron el letrero luminoso indicativo. Salgo a paseo marítimo y allí me encuentro con un matrimonio madrileño que hace pocos días estuvieron en Irun y Donostia y no vieron nudismo en La Zurriola. No me extraña; solemos estar muy pocos. Entro en Protección Civil para ajustar dónde está la playa de San Julián y me darán como referencia el chiringo El Sardiñá y que, al llegar, entre en la playa. 

Tarde-noche en la Playa de San Julián
Hago lo que me dicen y paso a la orilla. Empiezo a ver los primeros nudistas; me desnudo entre dos chicos y me baño. Tenía ganas de baño, tras el primero de la mañana, entre piedras, de Benalnatura. Voy secándome por la orilla, en dirección a la capital de Málaga, que ya se empieza a ver a lo lejos, y compruebo que la zona nudista está marcada con letrero y flecha más adelante. Así que retrocedo, me doy otro baño, introduzco las ropas sueltas dentro de las mochilas y sigo en bolas cargado con ellas. Ando y ando, hasta que me doy cuenta de que no veo ya a nadie desnudo. Miro hacia atrás y veo letrero similar al primero, así que doy la vuelta y, a una pareja hetero, le hago el gesto de no haber visto el cartel de final de zona nudista. Ella me devolverá el gesto de que no importa. Retrocedo a la zona nudista y me coloco entre un chico con sombrilla y llamada de móvil y un hombre joven, muy peludo, Paco, que está con su hija Adriana de tres años (como mi nieto Lander). Está dormida, y Paco le reorienta la sombrilla para protegerle del sol durante su siesta. Charlamos y nos damos un baño juntos; ya en la arena, recibe una llamada de un alumno que no le ha entregado el trabajo obligatorio y que le va a poner "no presentado" y se lo evaluará, si se lo entrega, en setiembre. Se dedica a terapias ocupacionales y, a la vez, da clases en la Universidad. Su mujer, también trabaja. Me dice que le gusta venir a San Julián porque, en bolas, la gente se fija menos en su torso peludo que en las playas convencionales. Probablemente tenga razón; de hecho a mí no me había destacado por eso si no me lo dice; me he fijado más en su gesto amable y la delicadeza con que trata a su hija, que en su pelo dorsal ¡Y mira que es exagerado! Me ayuda dándome informaciones: que en El Rincón de la Victoria, las fiestas se celebran con motivo de la Virgen del Carmen; que vaya a un chiringuito temprano y que pida espetos de sardinas (es donde más ricas las hacen); que vaya a El Chorro en tren y que duerma en las cuevas. También me habla de nudismo en el río Chillar, pero no lograré encontrarlo. Tras una amena primera hora de la tarde, Paco se tiene que ir y me da una torta de aceite, típica de la zona que, junto con las pipas de calabaza y los maíces de Eli (que selecciono del cocktail) y con el agüita de Torremolinos, será mi cena. Hago un dibujo de Málaga, desde la playa de San Julián. Lo peor de la playa y, aún más infame al atardecer, es la salida y aterrizaje de aviones del aeropuerto de Málaga, que está hacia el interior y salen al mar por encima de nuestras cabezas. Por la noche será un coñazo. Paco se ha sorprendido de la cantidad de textiles que había hoy en la playa. Una parejita de chicos en bañador corto se están toda la tarde dándose el lote; luego, uno de ellos se lo quitará y segurán dale que te pego. Al final del día, simularán una mamada, pero yo creo que están más para provocar que para disfrutar. Otros hombres desnudos se besan. A medida que el día va hacia el ocaso, van desapareciendo todos. Después de que se han ido Adriana y Paco, yo no entraré en conversación más que con un chico que tengo cerca, al que observo que estudia y escribe con la izquierda. Si a mí ya me cuesta escribir tumbado ¡encima con  la izquierda!, pero a él le sale de lo más natural. Luego con otro que llega más tarde  y se coloca algo más lejos, se pone a leer y no se baña; se irá pronto. Le pregunto por el sitio para dormir y la rodada y cree que no tendré problema. Me doy el último baño y, hacia las nueve, elijo definitivamente el lugar para hacer mi cama. La playa está configurada así; a partir del agua y la arena seca, está la rodada, que será donde pasa el vehículo para la recogida de bolsas de basura; luego la duna, que hace entradas y salientes. Yo me coloco en uno de los entrantes, con el fin de que no me pille el recolector de basuras. Por detrás y encima de la duna, va un camino y, detrás una reja que delimita el espacio del golf; luego está el parque natural y el aeropuerto, así que, salvo los aviones, por allí no puede venir nadie a incomodar. He elegido el sitio pero, con el camino por detrás, siempre voy a tener todos los flancos a biertos, pero es lo que hay. Si no fuera por ahí el camino... En el golf, funcionan los aspersores de agua, que no salpican. He comido la torta de aceite, los maíces, algún cacahuete; he dibujado; me he dado el gel de aloe-vera en los pies. Al atardecer llega una pareja que se coloca a mi derecha, en la parte de arena seca más próxima a la orilla. No sé si son dos chicos o chica y chico. Se desnuda el elemento dudoso y se da un baño ya nocturno. Pero no veo sexo y el chico le lleva la toalla a la orilla. Se besan y el chico tardará en desnudarse. Besos sonoros y revolcones y aparece un merodeadro que no pierde comba y no abandona el lugar hasta que se van. Otro merodeador pasa por la rodada y por el camino, como rodeándome, pero no pasará de ahí. Yo no me inmuo, aunque no cierro los ojos ¡ojo avizor! Aviones y más aviones recién despegados ¡Cuanto movimiento! Saco una foto que será fallida. Se ve mucho movimiento de sombras por la playa. Ha salido la luna llena y espero un poco para hacer foto tipo Munch, pero también será fallida. Al rato, a 15-20m. uno se la mama a otro de rodillas en el claro de luna el miembro se destaca erecto. ¿Me dejarán dormir? Todos han desaparecido. Aparece nueva sombra que se acerca con rapidez ¿Será el padre del mamón a reprenderle? "Buenas noches", le digo y a la segunda me responde lo mismo. A dormir.

Lo más interesante del día ha sido la charla con el uruguayo por la mañana y la de la tarde con Paco.

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