Cabopino-Fuengirola-Benalmádena.
Limpieza,
pescadores y primer baño
No sé a qué hora, pero temprano, pasará un
tractor-alisador de la arena de la playa, pero lo hace muy cerca de los
pescadores de la orilla y se dirigirá hacia la otra playa, más a levante. A las
6:30 h, pasará la pareja que sustituye las bolsas de basura; la llena, la dejan
cerrada en la arena y dejan bien colocada la nueva. Saludo a los dos y ambos me
harán algún comentario. El segundo ve una bolsa blanca enganchada a un matojo y
me pregunta si es mía; le digo que no y que la puede tirar. Ayer la vi, y pensé
tirarla a la basura, junto con las cáscaras de las pipas de calabaza, pero se
me olvidó y cuando ya me había dado el aloe-vera en los pies, ya no quise
hacerlo. Vuelve a pasar la alisadora hacia poniente, con un empleado que va
recogiendo las bolsas de basura cerradas y depositando en la parte de atrás del
vehículo; también recoge una sombrilla grande rota; ambos me saludan al pasar,
recolector y conductor, pero no la alisadora. Una vez montado el recolector,
sólo le veo los pies colgando.
Antes de las 7:30 h, ya me doy el primer baño y
el sol ya ha conseguido entrar en la playa, superada la parte más baja de la
duna. Para secarme, como es habitual, paseo por la orilla para secarme y llego
hasta la siguiente playa, cuando llega el primer pescador al espigón; al
volver, llegarán otros dos. Una vez seco, recojo mis mochilas y las dejo
preparadas para partir, pero demoro un poco más la estancia en la duna de
Artola. Empiezan a aparecer cúmulos en el cielo. La playa a poniente, por donde ayer se fueron junete y caballo.
Andrés, nudista
por su mujer
Al rato aparece Andrés, de Madrid; me cuenta
que, una vez, le sorprendió su mujer apareciendo desnuda con unas amigas, que
venían de visitar un centro en playa naturista y, desde entonces, él practica
nudismo siempre que puede; lo peor es que, ahora, a su mujer ha dejado de
gustarle estar desnuda. Así, como esta mañana, aprovecha que no está con ella
para desnudarse en la playa. Le gustaría no tener la marca del bañador y, esto
que escribo es pura intuición, creo que no lo habría rechazado si le propongo
un revolcón. En el rato en que estoy con él, se da un baño mínimo, le gotea el
cilindrín y se fuma un par de cigarros. “Dibujas muy bien”, me dice. Cojo mis mochilas
y me despido, pero él me acompaña hasta un lugar cercano, que considera
prudencial “¡más que prudencial!” diría yo.
En la costa de
Mijas. Contra los socialistas. Fuerza (Nueva)
La siguiente playa y el puerto ya son los de
Calahonda, donde saco una foto. Las siguientes playas ya son de rocas y piedras
y pertenecen a Mijas. Como no iré allí, me contento con el recuerdo de aquellos
burros típicos del lugar que vi hace tantos años. Un poco cansado de caminar
por la orilla por arena gruesa y piedras, decido subir a la carretera y me
acerco a un lugar que pone “nosecuantos bar”, se ve que llego con ganas de
desayunar y sueño, porque los que realmente pone es “nosecuantos mar”, y no hay
bar. Sigo andando por la carretera sin ver a nadie, y encuentro a una pareja y
aprovecho para preguntarles por un sitio para desayunar. Me dicen: “En Mijas,
playa, a 1,5 km”; ¡qué bien!; pero la respuesta tendrá un precio, ya que el
hombre aprovecha para meterme un “spitch” contra los socialistas, me dice: “Se
habla mucho de la especulación en Marbella y Estepona, pero nada se dice de
Mijas, que es el feudo más rico de Málaga, gobernado por los socialistas y
tienen desangeladas a las urbanizaciones de su municipio”. Como no quiero
entrar al trapo, ni en contra, ni a favor de los socialistas, le recomiendo que
reivindiquen la desanexión como hacen en Mazagón con respecto a Palos de la
Frontera y Moguer. Me dice que a él no le preocupa, “vivimos en Marruecos y
estamos muy bien allí”. Le doy pie, pero no me dicen en razón de qué viven
allí, siendo ambos españoles. Le comento el encuentro con la familia del
diplomático de Rabat, pero no suelta prenda. De primeras he pensado, “será
votante del PP” que con el bipartidismo reinante, arremete contra sus enemigos
naturales, pero, viviendo en Marruecos, a lo mejor ni vota. Reflexiono y digo:
“Anda que no hay cosas para mejorar en Marruecos, hasta llegar a la democracia
pacata que tenemos aquí.” Les dejo y sigo adelante, pero pronto me verán
desayunando en la terraza del restaurante Las Mimosas, en el Paco’s bar. Antes,
en la playa, faltándome 9 km. para Fuengirola, el marido de un matrimonio con
el que me he parado, me dice: “para hacer lo que haces, se necesita mucha
fuerza”. A mi no me parece tanto, no tengo esa conciencia y, siempre que me
dicen algo así, le quito importancia; basta con quererse uno mismo y a los
demás y tener voluntad de disfrutar de la naturaleza y de las gentes que me
proporciona el camino; con todos aprendo pero, si me insisten tanto, acabaré
dándoles la razón.
Desayuno en Paco’s
bar. La mejor tostada
Poco antes de subir de la playa, he visto de
lejos a unos pescadores: un adulto, otro más joven y un jovencito y me ha
venido a la mente “la familia Tortilla” pero, al acercarme, he visto que no
eran. Hubiera sido bonito el reencuentro. Llego al mostrador del Paco’s y
pido manchíto en vaso grande, tostada de
pan entero, mantequilla y mermelada; aquí no me las sacan en porciones, como
suele ser habitual, sino que me sirven dos tarrinas: una de mantequilla, de la
que utilizo una parte y la tarrina de mermelada me la como toda y rebaño la
cazuelita de barro. No recuerdo si era de albaricoque o de melocotón. La
tostada es de pan normal, pero la mejor del camino, y se lo digo al camarero y,
todo, por 2,50 € ¡Mejor aún! Cuento al camarero mi camino y me responde con una
pregunta, “¿llevarás sandalias de repuesto?” y mi respuesta es “compré unas en
Algeciras porque las primeras se me habían roto”. Escribo un rato y voy al
retrete; cuando voy a empezar a cagar, me llama al móvil la abogada de Mamen,
mi vecina, para saber si sé algo de ella, pues no le responde al teléfono; le
digo que estoy en Mijas, dando la vuelta a la península a pie por la costa.
“¡Buenas vacaciones!”, me desea. Le recomiendo que llame a Ignacio Galarza.
“¿Tienes el teléfono?”, me pregunta, y tengo que decirle que no, pero es fácil
de buscar en la guía telefónica. “¿Le pasará algo a Mamen?”, me pregunto. Salgo
de nuevo a la terraza para continuar escribiendo. Ya he cogido agua en mi
botella, son las doce y recojo todo, acarreo con las mochilas y salgo de nuevo
hacia Fuengirola.
No era Agustín,
pero habrá iruneses cerca
Voy con intención de llegar a comer a
Fuengirola o por sus proximidades y, por la tarde, seguir hacia Benalmádena y
con idea de dormir en la playa de Torrequebrada que también recibe el nombre de
Benalnatura. Al pasar por una playa, un chico con gafas me recuerda a Agustín,
compañero en el Foro Ciudadano Irunés y que tiene un papel protagonista en
temas de Urbanismo. Cuando escribo este blog en primavera de 2012, es el actual
Presidente, con un buen equipo arropándole. El presunto Agustín, está con una
mujer y una niña; pero como se ha echado novia valenciana, podría ser. Me
acerco, cuando un negro le está tratando de vender algo; le pregunto, se quita
las gafas, compruebo que no es mi amigo y me voy.
Salvando zapatitos
Salgo de una zona aislada entre rocas, que no
invitan a ser pasadas por la arena, debido a que está la marea alta y dudo si
bañarme o no. Sigo por arriba y llego a otra calita; un niño ha dejado sus
zapatos en zona próxima a la orilla y los puede llevar la ola; el niño sube
hacia el paseo, al lugar donde están sus padres, y yo cojo los zapatos y
calcetines del niño y los subo a zona más segura. Los padres me lo agradecen
con un gesto desde la baranda y el niño vuelve por ellos.
Pescadora de caña
En la playa siguiente veo a una mujer
pescando con caña. Le fotografío sin permiso y se lo digo y, añado, “es la
primera mujer que veo pescando con caña desde la costa francesa”. Está con otra
mujer y, ambas, se emboban con los cuentos de mi viaje y los dos niños que
están con ellas, miran atónitos y no dicen nada. Me dan ánimos, aunque, tal
como van las cosas, no necesito muchos.
Una caca de perro;
mejor, un perro mierda
Paso por una sombrilla donde un joven tiene
un simulacro de perro que, por su tamaño, podría confundirse con un ratón. Sale
corriendo y ladrando hacia mí. Como ya estoy habituado a que me ladren los
perros (también a que me “muerdan”), posiblemente llevar una mochila es
suficiente para sembrar en ellos su instinto de temor (suelen decir que ladran
por miedo), cuando el perrucho está ya cerca, me vuelvo y le ladro a él; la
mierda de perro se encorajina y me vuelve a ladrar y, de nuevo, insisto. El
dueño, no lo puede hacer callar y yo, con mi actitud, tampoco colaboro para que
esto ocurra; me sigue ladrando y persiguiendo y yo me vuelvo de nuevo a
ladrarle, imitando su ladrido de pulga cojonera, y sigo adelante.
Gaviota con
muxarra
Muxarra es el nombre que damos a un pescado
aplastado de la familia del besugo, algunos dicen que son besuguitos. Es muy
sabrosa y con mucha espina para chupar. Cuando pescaba en el puerto
donostiarra, solían caer, panchitos, muxarritas y algún txitxarro, que no me
voy a poner a explicar ahora a qué otros nombres equivalen, pues salvo el
txitxarro, que es el jurel mediterráneo, o el carapaus portugués, los demás no
lo sé. Un poco después de la aventura del perro, veo a una gaviota que ha
cogido una muxarrita de ½ ración y la tiene, comidas sus entrañas, entre agua y
piedras; al pasar muy cerca de ella, levanta el vuelo, abandona su presa y
avanza hacia el noreste; para y, al acercarme de nuevo, vuelve a volar y, así,
una tercera vez; a la cuarta vuela hacia donde había quedado el resto del
pescado, “¿dará con él o se lo habrá arrebatado otra compañera?”, me pregunto.
Iruneses en la
costa: Lourdes, Jon y Maialen
Aún me queda por llegar al encuentro más
importante del día. ¡A ver si consigo relatarlo bien! Tras olvidarme del
perrucho y de la gaviota, llego a una zona de playa en que hay sombrillas de
entramado vegetal seco; una paja especial que, probablemente, pertenezca a un
hotel cercano y que ofertan a sus clientes. Al pasar cerca de una sombrilla
convencional, veo a una mujer cuya cara no me resulta extraña, una cara que,
sin conocerla, me recuerda a alguna mujer del país vasco, ¿tendrá Lourdes un
gen tipo que la identifica como vasca? Está con un hombre. Yo como voy
totalmente desprejuiciado en mi camino, me acerco y les pregunto “¿Sois del
norte?” y su respuesta escueta es: “Sí, de Irun”; “¡Ni queriendo!” He acertado de pleno. Me presento como conciudadano y nos ponemos a charlar. El matrimonio lo forman Jon, quien me da su correo electrónico y Lourdes; su hija Maialen se
estaba bañando y ahora se incorpora al grupo. Es una promesa de Judo que no sabemos
hasta dónde llegará en este deporte; de momento se dedica a avanzar cinturones, aparte de continuar
estudiando. Viven en Irun (en la grafía vasca Irún no lleva tilde, aunque se
carga el acento en la “u”). Jon trabaja en seguros.
Lourdes es profesora de infantil y Maialen ha acabado la ESO. Con un grupo de
amigas participaron con Santiagotarrak en remo pero no
tuvieron una experiencia demasiado buena, porque se encontraron con las dos
facetas, las del remo como ocio y las del remo como competición y no supieron
compaginarlas. Que a ellas no les fuera bien, no desmerece el buen hacer de
Santiagotarrak en pro del deporte en la ciudad. Es un club bien considerado a
nivel de estado y que obtiene muchas medallas no sólo en competiciones patrias,
sino también en el extranjero, con algún campeón olímpico entre sus socios. Hablamos de la actual
situación del club. Es el último día de sus vacaciones y han encargado una
paella en el Restaurante El Faro que está arriba de la playa; al rato de estar
hablando con ellos, me invitan a comer y yo, sin ningún pudor, acepto
encantado. ¡Qué encuentro tan bonito en este mi viaje tan especial! Seguimos
hablando del Foro Ciudadano Irunés, del Cine Club Cinema Paradiso, donde
también participo en la programación y algo más, de mis cursos de dibujo y
hostelería y de mi viaje. A Jon le gusta salir al mar en el barco de un amigo,
pero no puede ir con él, porque hace travesías de dos meses navegando, y él no
dispone de tantas vacaciones. Lourdes le pone los pies en la tierra.
Están de vacaciones en piso. Dudo en retroceder a la playa anterior, pero prefiero quedarme sin baño y continuar la conversación. ¡Ya me bañaré en Benalnatura! Tras el baño de Maialen, subimos a comer. Elegimos mesa fuera de la corriente de aire y el camarero echa piropos a Maialen que, es alta, joven, está morenita y, por todo, de muy buen ver. A la paella, añaden pescaítos fritos y ensalada de tomate; todo está buenísimo y además regado con dos sangrías y chupito de aguardiente. El Tour de Francia está finalizando y Jon quiere ver el tramo final de la etapa; así que él se va a ver la tele y ellas bajan de nuevo a la playa. Salgo con ellos, agradezco, me despido y hasta que nos veamos en Irun. Ha sido una experiencia preciosa.
Están de vacaciones en piso. Dudo en retroceder a la playa anterior, pero prefiero quedarme sin baño y continuar la conversación. ¡Ya me bañaré en Benalnatura! Tras el baño de Maialen, subimos a comer. Elegimos mesa fuera de la corriente de aire y el camarero echa piropos a Maialen que, es alta, joven, está morenita y, por todo, de muy buen ver. A la paella, añaden pescaítos fritos y ensalada de tomate; todo está buenísimo y además regado con dos sangrías y chupito de aguardiente. El Tour de Francia está finalizando y Jon quiere ver el tramo final de la etapa; así que él se va a ver la tele y ellas bajan de nuevo a la playa. Salgo con ellos, agradezco, me despido y hasta que nos veamos en Irun. Ha sido una experiencia preciosa.
Camino de
Fuengirola
Si hubiera salido por la otra puerta, habría
estado junto a la carretera por la que, impepinablemente debo ir; al salir con
ellos, tendré que bajar y dar un rodeo al edificio. Subiendo de la playa, le
digo a un francés, en su idioma, lo mismo que dije al matrimonio francés de
Toulouse, de Marbella. Es una forma de no olvidar lo que aprendí en el curso de
Hobetuz. Saco foto del Faro. Estos cursos se ofertaban a trabajadores en
activo, con el objetivo de perfeccionar o para cambiar de profesión y se
financiaban con el 0,10% que nos descontaban de la nómina, en concepto de
Formación. Mientras trabajaba, bastante tenía con el horario laboral como para
meterme en más florituras y, ahora, en que tengo más tiempo libre para hacer
cursos y mantengo mi condición de trabajador a tiempo parcial, aprovecho para
hacer unos cuantos cursos que podrá poner en práctica: Cata de Vino, Pinchos y
cazuelitas, Repostería, Pastas dulces, Batidos, Cócteles y preparación de otras
bebidas, Curso de Francés. Estos son los cursos que hice con Hobetuz.
Alguno me recrimina que los hiciera, ya que no era ésta su finalidad; pero la realidad es que muchos de los cursos salían adelante gracias a que nos matriculábamos personas como yo. Nunca llueve a gusto de todos. Pero olvidemos mi francés, y prosigamos el camino. Me dicen que llegaré a Fuengirola, primero al puerto, y luego a un río que no muere en el mar, con un puente próximo. El mar está bravo y el mar rompe con fuerza en la orilla. Hay unos pedruscos en la playa y alguno tiene decoración colorista, que fotografío. Lo fotografío inclinado, con el horizonte delatador, para dar protagonismo a los pedruscos.
Más adelante encuentro otra más, que a mí me parece también piedra; visto de cerca más parece algo metálico, que puede ser algún desperdicio regalado por el mar. El resultado final también podría tener la consideración de otra obra escultórica, similar a la fila de pedruscos ordenados anteriores, aunque la diferencia entre ambas artificiosidades es que, las primeras, cumple funciones de protección para que el mar no se lleve el muro, y esta última, no.
Sacaré foto del castillo de Fuengirola, de la playa con salida del río y un puente con tirantes.
Las fotos se me acumulan en poco espacio ¡A ver cómo las ordeno, para que sean coherentes con el relato!
Saco foto a niños voladores amarrados con elásticos, que rebotan y suben y bajan. En el espigón, están preparando las instalaciones para el lanzamiento de Fuegos Artificiales que, esta noche, encenderán con motivo de la Fiesta de la Virgen del Carmen. Una señora me lo confirma y añade que también los habrá en Benalmádena.
Alguno me recrimina que los hiciera, ya que no era ésta su finalidad; pero la realidad es que muchos de los cursos salían adelante gracias a que nos matriculábamos personas como yo. Nunca llueve a gusto de todos. Pero olvidemos mi francés, y prosigamos el camino. Me dicen que llegaré a Fuengirola, primero al puerto, y luego a un río que no muere en el mar, con un puente próximo. El mar está bravo y el mar rompe con fuerza en la orilla. Hay unos pedruscos en la playa y alguno tiene decoración colorista, que fotografío. Lo fotografío inclinado, con el horizonte delatador, para dar protagonismo a los pedruscos.
Más adelante encuentro otra más, que a mí me parece también piedra; visto de cerca más parece algo metálico, que puede ser algún desperdicio regalado por el mar. El resultado final también podría tener la consideración de otra obra escultórica, similar a la fila de pedruscos ordenados anteriores, aunque la diferencia entre ambas artificiosidades es que, las primeras, cumple funciones de protección para que el mar no se lleve el muro, y esta última, no.
Sacaré foto del castillo de Fuengirola, de la playa con salida del río y un puente con tirantes.
Las fotos se me acumulan en poco espacio ¡A ver cómo las ordeno, para que sean coherentes con el relato!
Saco foto a niños voladores amarrados con elásticos, que rebotan y suben y bajan. En el espigón, están preparando las instalaciones para el lanzamiento de Fuegos Artificiales que, esta noche, encenderán con motivo de la Fiesta de la Virgen del Carmen. Una señora me lo confirma y añade que también los habrá en Benalmádena.
En el paseo con una especie de pérgolas,
camina un hombre exótico con un carromato repleto de porquerías, parece una
carroza colorista; deben ser todas sus pertenencias acumuladas, como si
sufriera el síndrome de Diógenes, nombre que se da a las personas que acumulan
basura en sus casas. ¿Será aplicable a un Diógenes callejero? Cuando ve que le
voy a sacar una foto, me responde con exabruptos en idioma irreconocible y se
esconde tras una columna. En la foto veréis lo que pude obtener. A sido una
pena que no la he sacado sin que se diera cuenta y en el momento en que hacía
un gran esfuerzo físico por acarrear su carro, subiendo la cuesta hacia la
plataforma por la que, ahora, camina.
Hacia Benalmádena
Salgo a la playa y saco foto de una
panorámica con las sombrillas de vegetales secos. Unos socorristas me dicen que la playa
nudista está pasado el Casino de Torrequebrada. Información que será
incorrecta, ya que está mucho antes de llegar a allí. Me encontraré el cartel
anunciante por puro churro. Me recomiendan que vaya por la acera y, como no conozco
el lugar, abandono la playa y las rocas y salgo a carretera.
Luego me dirá Emilio, el sociólogo, ya en Benalnatura, que si digo que estoy haciendo el camino por la costa, tenía que haber llegado a la playa nudista por arena y rocas ¡Quizás no le falte razón! Saco foto del Faro de Benalmádena con el Palmeral. Acabo de pasar cerca del Hotel Holyday, que es un complejo monstruoso con acuapark.
En la carretera, un gran letrero separa Fuengirola de Benalmádena. Muy a lo lejos se ve el Casino de Torrequebrada y, al igual que los socorristas, hacia allí me orienta un señor al que pregunto, ¿me habrá visto pinta de jugador vicioso?
Estoy bajando cuesta hacia Torrequebrada, con la tranquilidad del que sabe que hasta allí no debe buscar su destino y, de repente, casi me paso, me encuentro un cartel algo oculto que, después entenderé por qué está tan oculto. Quieren evitar por todos los medios que bajen mirones a la playa..
Luego me dirá Emilio, el sociólogo, ya en Benalnatura, que si digo que estoy haciendo el camino por la costa, tenía que haber llegado a la playa nudista por arena y rocas ¡Quizás no le falte razón! Saco foto del Faro de Benalmádena con el Palmeral. Acabo de pasar cerca del Hotel Holyday, que es un complejo monstruoso con acuapark.
En la carretera, un gran letrero separa Fuengirola de Benalmádena. Muy a lo lejos se ve el Casino de Torrequebrada y, al igual que los socorristas, hacia allí me orienta un señor al que pregunto, ¿me habrá visto pinta de jugador vicioso?
Estoy bajando cuesta hacia Torrequebrada, con la tranquilidad del que sabe que hasta allí no debe buscar su destino y, de repente, casi me paso, me encuentro un cartel algo oculto que, después entenderé por qué está tan oculto. Quieren evitar por todos los medios que bajen mirones a la playa..
Es una playa en zona muy urbana con casas a
ambos lados y con playa muy cerrada y repleta de vegetación; todo ello
contribuye a que el sol caliente tarde y se esconda demasiado pronto; de hecho,
hoy casi ni lo veré y no es tan tarde. Las casas que están sobre el acantilado
cierran más el espacio aéreo, lo que conlleva que la playa sea más sombría que
si se hubiera dejado en la naturaleza salvaje. Añadirle el sobrenombre de
natura es una broma del destino. Playa nudista con futuro incierto que sus
propietarios se empeñan en proteger y darle continuidad, pero que lo hacen muy
mal. Bajo unas escaleras donde se repite que es playa nudista, por si alguien
no se hubiera enterado y, sin más preocupación dejo de leer un cartel que
mañana comprobaré y que, creo, es anticonstitucional. A lo mejor es
constitucional según la legislación alemana, modelo que están tratando de
imponernos en toda Europa y que yo me resisto a admitir. ¡Que no nos den
lecciones de ética y moral los alemanes! Suficiente es que nos dominen por lo
económico. Ya bajando, empiezo a ver gente desnuda por la zona arbolada; ¡Qué
ganas de desnudarme!
Me quieren
expulsar si no me desvisto
Cuando llego a la zona del bar, con gente
alrededor de la barra, unos vestidos y otros desnudos, la mayoría, y veo la
pequeñez de la playa ¡Qué decepción! Y que yo me había propuesto pasar aquí la
noche… No será la única decepción. Como decía, en el bar, la mayoría está
desnuda. Vestidos sólo la que sirve en la barra, el camarero y algún cliente
que ha estado desnudo pero ahora se ha vestido para marcharse. Viendo el
panorama, eligiendo el lado de la playa en el que dormiré y sin descargar las
mochilas, pido una cerveza y espero; como la señora de la barra, alemana, no sé
si me ha oído, al rato se la vuelvo a pedir y me dirá que me espere; no veo que
tenga mucho movimiento en el bar como para que no me sirva la cerveza; le digo
que no tengo ninguna prisa y que no sabía si me había oído la primera vez y
empieza el show. Me empieza a poner la cerveza y me pregunta si vengo o voy. No
entiendo a qué viene el comentario y le digo que acabo de llegar y entonces es
cuando me dice: “para atenderle en el bar es necesario que esté desnudo” que ya
lo pone en los carteles. Yo no lo he leído pero, me parece tan mal, que le
digo: “pero eso es anticonstitucional” y que sería denunciable. La señora alemana
(lesbiana, según me dirá luego Emilio, pero que para el caso da lo mismo), deja
de servirme la cerveza, deja el vaso a medias, me promete que no me la va a
servir y, además, me amenaza con expulsarme de la playa. A mí, que estoy
deseando de desnudarme y que, si no lo he hecho todavía, es por estrategia,
pues quería tomar la cerveza, coger agua para la noche y para salir mañana de
camino, colocarme en el mejor sitio de la playa para dormir por la noche y ya
en toda la tarde ni asomarme por el bar, que es lo que menos me interesa de
esta playa. Me parece una situación tan surrealista, cuando a lo que vengo a
esta playa es, precisamente, a hacer nudismo, así que, sea cual sea la norma,
tengo claro que hoy voy a pasar por el aro… porque me conviene… Hay una chica
que está tomando algo vestida, María y, ante mi protesta, confirma estar en desacuerdo
conmigo; luego, también mostrará su desacuerdo conmigo, Emilio. Con estas dos
opiniones, alucino más, si cabe. María está vestida y yo también, pero ella puede beber en la barra y yo no; y María, está en desacuerdo con mi queja; ¡No entiendo nada! Luego se acerca a ella Juan Carlos y, como no hay mucho que rascar, no insisto en conversar. Sólo les digo que estoy dando la vuelta a la península a pie, que soy nudista y paro en todas las playas nudistas que puedo y que el comportamiento de esta playa me hace alucinar. Este encuentro que parece empezar y acabar casi al mismo tiempo, tendrá su continuidad en Playa Almayate. Viven en Los Pacos, en Fuengirola.
Tarde-noche en
Benalnatura
Como dice el refrán: “donde fueres, haz lo
que vieres”, aunque aquí no tanto lo que veo, como lo que me han dicho,
obedezco al mandato. Bajo a la playa con mis mochilas, extiendo la toalla junto
a la roca de poniente y me doy un baño. Como voy a salir derecho del agua al
bar, dejo arriba, en las piedras, mi monedero y mi botella vacía, para luego
rellenarla de agua. La playa tiene muchas piedras, un tramito de arena en la
orilla y, de nuevo, el fondo marino de piedras redondeadas, que exigen mucha
precaución porque la ola, al romper, puede tirarme contra el fondo. En una
playa con tantos inconvenientes, el bañito será rápido. Una ola me desplaza
botella y monedero; el cuero se ha mojado y le ha entrado arena y se la limpio
como puedo; la mejor forma, metiéndola de nuevo en el agua, sólo una pasada
rápida.
Mojado y sin secarme, me acerco, de nuevo, a la barra y eludo a la alemana; hay
otra atendiendo a la barra que es sevillana que, al verme ya desnudo, me sirve
la cerveza por 1,60 € y me llena la botellita de agua. Como me la voy a beber
allí, me la da en vaso de cristal y me siento en una mesita y, cuando le
devuelvo el vaso vacío, le doy las gracias. A la alemana ni la miro. La playa
ya sólo recibe un rayito de sol en mi roca izquierda, ya metida en el mar. El
resto ha quedado en sombra ¡Menos mal que hace buena temperatura! Después me
pongo a dibujar sobre pretil de piedras redondeadas, muy inestable y que
amenaza con caerse.
El segundo dibujo lo he hecho casi en penumbra.
Atardecer sociológico con Emilio
A mi lado lee un libro, sobre catalanismo, Emilio al que, cuando deja de leer, le digo si quiere entrar en conversación conmigo. Me pone condiciones. Primero que le haga un resumen de un minuto y, luego, decidirá si le interesa o no. Después de lo pasado, otra imposición más ya no me coge desprevenido. Parece que le interesa lo que le cuento y seguimos hablando. No comparte mi opinión sobre el incidente del bar, porque él conoce la historia de la playa y los que regentan el bar han tenido que pelear para erradicar los mirones. Yo le insisto que cada persona tiene su momento de decidir que quiere ser nudista y que en una playa mixta, este aprendizaje se adquiere con más naturalidad, observando la naturalidad con que se comporta la mayoría de los nudistas. Me dice que, para eso que yo digo, hay otras playas más grandes y que ésta, es tan pequeña, que exige el exclusivismo nudista. Seguiremos hablando de temas variados, en especial de los argumentos que él da para su hipocondría. De chaval, no quería estudiar y, con catorce años, su padre le colocó de camarero en un negocio familiar. Trabajo sin sueldo. Luego, con 25 años, hizo el Acceso a la Universidad; se fue a Londres sin saber inglés y se costeaba la estancia trabajando de camarero (ya tenía experiencia) y si le sobraba algo de dinero, la duda era: cerveza o pollo. Después, con lo ahorrado, se costeó un caro curso en el Colege, con garantías, y hoy es el día en habla bien el inglés. Le cuento lo que hacen Luchy y Jon en Londres, dando alojamiento a estudiantes del idioma que, normalmente, son orientales. Luego estudió Sociología en la Universidad de Granada, pero completó estudios en Bergen. Le hablo de Trömso y de su Universidad, la más al norte del continente europeo; también lo conoce, hasta Cabo Norte. Le hablo de mi viaje por Noruega. Emilio tiene un problema en el tobillo y no sabe cual es; también tiene un granito que es el último vestigio de unos que tuvo por todo el cuerpo y que le produjeron muchos picores, después de una noche sin preservativo con una chica en Praga, a la que luego vio llena de granos y arrascándose. Emilio es muy aprensivo, él se ha calificado como hipocondríaco, pero de conversación amena. Le gustaría tener una pensión vitalicia, porque no encuentra trabajo, ni de hostelería que, después de la experiencia (familiar y en Londres), hasta le gusta y divierte. Le hablo del camarero de El Chozo, donde desayuné y comí, antes de llegar a Tarifa; un hombre que parecía realizado con la relación que establecía con sus clientes. Estuvo con trabajo de becario, pero el trabajo era de una sociología especial, lo que tenía que conseguir era vender pisos. Un vendedor de pisos eficaz por el conocimiento de la sociedad que dan las Ciencias Sociales. ¡Genial! Le pareció una broma de muy mal gusto y que le parece inapropiado que se utilice dinero público para sostener un negocio privado. Cuando le digo que el camino lo voy haciendo por la costa y que el último tramo lo he hecho por carretera, me abroncará. Me dice que si lo hago por la costa, tengo que hacerlo por la costa. ¿Tendré que salir mañana por las rocas de levante? Me obligará a arriesgarme un poco más. Emilio me dice que hay buen camino y veré cómo él se va por allí; pero mañana no le imitaré. Le doy información de Sotogrande y de Costa Natura. Mientras estábamos hablando, un chico se ha puesto delante de nosotros, demandándonos atención pero, en el calor de nuestra conversación, no le hemos hecho ni caso.
Anochecer en Benalnatura
Cuando Emilio se va por las rocas, y nos despedimos ¡hasta que nos veamos en otra!, el de delante recogerá sus cosas y le seguirá. También por aquellas rocas sigue una pareja y un hombre, lo que me da idea de que el camino no es tan difícil. Otro hombre de la organización del chiringuito, limpia de colillas y otras porquerías la playa. Se ve claramente que a esta playa no viene el tractor a cribar la arena, ni a rastrillarla o alisarla; no tendría forma de entrar, y tendría que pelear con demasiadas piedras. El chiringuito ya está cerrado, pero se ven sombras y alguien, todavía desnudo, merodeando. Organizo todo el espacio que será mi dormitorio, junto a la roca elegida desde el principio que, teniendo una pequeña inclinación, podría cubrirme parcialmente en caso de lluvia, que no parece probable. He colocado colchoneta y saco que, al estar algo inclinado, durante la noche, deberé reorientar. Orino y me dispongo a comer las últimas pipas de calabaza y empiezo el cocktail de frutos secos Facundo que me regaló Eli en Alcaidesa. Vacío las cáscaras de pipas en la papelera. Ya en mi sitio, me limpio los pies y me los embadurno con aloe-vera. Ya tumbado me dedico a mirar el firmamento. La luna, casi llena, no la puedo ver porque me la tapa la propia roca que me protege; me viene muy bien, porque así me quita la claridad y me deja más oculto; lo que sí veo es algo del reflejo de la luna en el mar pero, como ya me he dado el aloe-vera, no puedo comprobar si la realidad se asemeja a la forma en que Munch la suele plasmar en sus cuadros que, estéticamente, me gusta tanto, aunque me figuro que será un efecto plástico poco realista. Poco después llega un pescador se coloca hacia el centro, quizás algo escorado hacia mi lado y, cuando ya ha lanzado el aparejo, una o dos veces, aparece otro, que se colocará a su lado. Durante la primera hora de la noche, oiré conversaciones tenues e ininteligibles. No sé a qué hora se habrán ido pues, cuando me despierto a las 6:30 h, ya no queda ninguno. Hacia las 23:00 h se oye y se ve algo de resplandor hacia Benalmádena, debido a los cohetes y fuegos artificiales anunciados por la fiesta de la Virgen del Carmen.
Lo más destacado del día ha sido el encuentro con los iruneses, que no culmina en la riquísima paella, sino que tiene continuidad en el tiempo y, cuando nos encontramos por la ciudad, conversamos gratamente. ¡Lástima que no pudieron asistir a mi proyección de diapositivas, en la que ellos tenían su protagonismo! La segunda parte de la tarde, también pasará a ser imborrable de mi memoria, por el contrasentido de que quisieran desnudar a un nudista convencido; todo con ribetes de teatro del absurdo; y la falta de apoyo, razonada, de María y Juan Carlos (a los que volveré a ver en playa Almayate) y de Emilio. Interesante la conversación con este último, el sociólogo, que me hace reconsiderar mi paseo por la costa. También las pinceladas de pequeños encuentros: Por la mañana, el nudista al que animó su mujer y, ahora, a ella no le gusta; el rato del desayuno en el Paco's, el niño de los zapatos, la pescadora de caña, la gaviota y la muxarra, el perrucho ladrador, el Diógenes con su carromato. Un día muy completo.
Atardecer sociológico con Emilio
A mi lado lee un libro, sobre catalanismo, Emilio al que, cuando deja de leer, le digo si quiere entrar en conversación conmigo. Me pone condiciones. Primero que le haga un resumen de un minuto y, luego, decidirá si le interesa o no. Después de lo pasado, otra imposición más ya no me coge desprevenido. Parece que le interesa lo que le cuento y seguimos hablando. No comparte mi opinión sobre el incidente del bar, porque él conoce la historia de la playa y los que regentan el bar han tenido que pelear para erradicar los mirones. Yo le insisto que cada persona tiene su momento de decidir que quiere ser nudista y que en una playa mixta, este aprendizaje se adquiere con más naturalidad, observando la naturalidad con que se comporta la mayoría de los nudistas. Me dice que, para eso que yo digo, hay otras playas más grandes y que ésta, es tan pequeña, que exige el exclusivismo nudista. Seguiremos hablando de temas variados, en especial de los argumentos que él da para su hipocondría. De chaval, no quería estudiar y, con catorce años, su padre le colocó de camarero en un negocio familiar. Trabajo sin sueldo. Luego, con 25 años, hizo el Acceso a la Universidad; se fue a Londres sin saber inglés y se costeaba la estancia trabajando de camarero (ya tenía experiencia) y si le sobraba algo de dinero, la duda era: cerveza o pollo. Después, con lo ahorrado, se costeó un caro curso en el Colege, con garantías, y hoy es el día en habla bien el inglés. Le cuento lo que hacen Luchy y Jon en Londres, dando alojamiento a estudiantes del idioma que, normalmente, son orientales. Luego estudió Sociología en la Universidad de Granada, pero completó estudios en Bergen. Le hablo de Trömso y de su Universidad, la más al norte del continente europeo; también lo conoce, hasta Cabo Norte. Le hablo de mi viaje por Noruega. Emilio tiene un problema en el tobillo y no sabe cual es; también tiene un granito que es el último vestigio de unos que tuvo por todo el cuerpo y que le produjeron muchos picores, después de una noche sin preservativo con una chica en Praga, a la que luego vio llena de granos y arrascándose. Emilio es muy aprensivo, él se ha calificado como hipocondríaco, pero de conversación amena. Le gustaría tener una pensión vitalicia, porque no encuentra trabajo, ni de hostelería que, después de la experiencia (familiar y en Londres), hasta le gusta y divierte. Le hablo del camarero de El Chozo, donde desayuné y comí, antes de llegar a Tarifa; un hombre que parecía realizado con la relación que establecía con sus clientes. Estuvo con trabajo de becario, pero el trabajo era de una sociología especial, lo que tenía que conseguir era vender pisos. Un vendedor de pisos eficaz por el conocimiento de la sociedad que dan las Ciencias Sociales. ¡Genial! Le pareció una broma de muy mal gusto y que le parece inapropiado que se utilice dinero público para sostener un negocio privado. Cuando le digo que el camino lo voy haciendo por la costa y que el último tramo lo he hecho por carretera, me abroncará. Me dice que si lo hago por la costa, tengo que hacerlo por la costa. ¿Tendré que salir mañana por las rocas de levante? Me obligará a arriesgarme un poco más. Emilio me dice que hay buen camino y veré cómo él se va por allí; pero mañana no le imitaré. Le doy información de Sotogrande y de Costa Natura. Mientras estábamos hablando, un chico se ha puesto delante de nosotros, demandándonos atención pero, en el calor de nuestra conversación, no le hemos hecho ni caso.
Anochecer en Benalnatura
Cuando Emilio se va por las rocas, y nos despedimos ¡hasta que nos veamos en otra!, el de delante recogerá sus cosas y le seguirá. También por aquellas rocas sigue una pareja y un hombre, lo que me da idea de que el camino no es tan difícil. Otro hombre de la organización del chiringuito, limpia de colillas y otras porquerías la playa. Se ve claramente que a esta playa no viene el tractor a cribar la arena, ni a rastrillarla o alisarla; no tendría forma de entrar, y tendría que pelear con demasiadas piedras. El chiringuito ya está cerrado, pero se ven sombras y alguien, todavía desnudo, merodeando. Organizo todo el espacio que será mi dormitorio, junto a la roca elegida desde el principio que, teniendo una pequeña inclinación, podría cubrirme parcialmente en caso de lluvia, que no parece probable. He colocado colchoneta y saco que, al estar algo inclinado, durante la noche, deberé reorientar. Orino y me dispongo a comer las últimas pipas de calabaza y empiezo el cocktail de frutos secos Facundo que me regaló Eli en Alcaidesa. Vacío las cáscaras de pipas en la papelera. Ya en mi sitio, me limpio los pies y me los embadurno con aloe-vera. Ya tumbado me dedico a mirar el firmamento. La luna, casi llena, no la puedo ver porque me la tapa la propia roca que me protege; me viene muy bien, porque así me quita la claridad y me deja más oculto; lo que sí veo es algo del reflejo de la luna en el mar pero, como ya me he dado el aloe-vera, no puedo comprobar si la realidad se asemeja a la forma en que Munch la suele plasmar en sus cuadros que, estéticamente, me gusta tanto, aunque me figuro que será un efecto plástico poco realista. Poco después llega un pescador se coloca hacia el centro, quizás algo escorado hacia mi lado y, cuando ya ha lanzado el aparejo, una o dos veces, aparece otro, que se colocará a su lado. Durante la primera hora de la noche, oiré conversaciones tenues e ininteligibles. No sé a qué hora se habrán ido pues, cuando me despierto a las 6:30 h, ya no queda ninguno. Hacia las 23:00 h se oye y se ve algo de resplandor hacia Benalmádena, debido a los cohetes y fuegos artificiales anunciados por la fiesta de la Virgen del Carmen.
Lo más destacado del día ha sido el encuentro con los iruneses, que no culmina en la riquísima paella, sino que tiene continuidad en el tiempo y, cuando nos encontramos por la ciudad, conversamos gratamente. ¡Lástima que no pudieron asistir a mi proyección de diapositivas, en la que ellos tenían su protagonismo! La segunda parte de la tarde, también pasará a ser imborrable de mi memoria, por el contrasentido de que quisieran desnudar a un nudista convencido; todo con ribetes de teatro del absurdo; y la falta de apoyo, razonada, de María y Juan Carlos (a los que volveré a ver en playa Almayate) y de Emilio. Interesante la conversación con este último, el sociólogo, que me hace reconsiderar mi paseo por la costa. También las pinceladas de pequeños encuentros: Por la mañana, el nudista al que animó su mujer y, ahora, a ella no le gusta; el rato del desayuno en el Paco's, el niño de los zapatos, la pescadora de caña, la gaviota y la muxarra, el perrucho ladrador, el Diógenes con su carromato. Un día muy completo.
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