jueves, 12 de abril de 2012

Etapa 23 (139) Torre Nueva-Sabinillas

Etapa 23 (139) 11 de julio de 2008
Torre Nueva-Playa Alcaidesa-Playa de Sotogrande-Torre Guadiaro-Sabinillas.

Hoy tenemos, de nuevo, cambio de provincia. Dejamos Cádiz y pasamos a la de Málaga. Como he utilizado dos mapas a escala diferente, es imposible casar uno con otro. En el mapa de Málaga la información es escasa y escribo a mano el lugar de la dormida: Sabinillas, con su puerto de La Marquesa.

Amanecer en Torre Nueva
Me levanto por primera vez viendo amanecer al sol desde mi cama. Es el primer día de mi viaje que me despierto orientado hacia el Levante ¿Tendré suerte de verlo algún día más? No tendré muchas oportunidades, hasta que no doble el Cabo de Gata, en Almería. Esta noche dormiré en casa particular, invitado por Csaba, un alemán de procedencia húngara, como ya contaré. Cuando me levanto, recojo el saco y la esterilla y me doy un baño. ¡Qué rica el agua fresquita! Cuando estoy en la orilla uno, desde un coche, me grita: "¡Guarro!" y le respondo: "¡Los guarros son tus ojos!".


Ha llegado un chico que ha aparcado su coche en la torre. Baja a la orilla, se desnuda y se baña. Me acerco al muchacho que me dice que todos los días los inicia con un baño a esa hora; lo va a hacer rápido, porque quiere ver el encierro de Sanfermines. "¿Cómo así?", le digo y resulta que es de Pamplona "Y yo de Altsasu"; ¡qué casualidad! dos navarros bañándose en bolas en Cádiz. Le digo la caminada que estoy haciendo y me cuenta que, la playa donde estamos es magnífica pero que, a veces, llega mal olor de la refinería y, cuando eso ocurre, se suele ir. Me he dado el baño de las 7:30 h, he estado un ratito hablando con Ander, que es veterinario, una profesión que no da mucho trabajo porque, tener perros y gatos en época de crisis, es un lujo. Libra una semana cada tres meses y como su novia es gaditana, viene a estar con ella esos días de asueto. Ander se va y yo recojo mis trastos y también me voy por la orilla hacia Málaga; voy descalzo aunque, a ratos, la arena se convierte en piedrilla.

Desayuno en Alcaidesa con Eli, Juan Carlos y amigos
Voy acercándome a Sotogrande, pero antes tendré un encuentro en la playa Alcaidesa. Me adelanta un tractor, cribadora, alisadora y le hago dedo. Nos reímos los dos de la tontería. Luego me encontraré con el conductor en la playa Alcaidesa, donde ya he visto un pequeño espacio nudista, indicado por dos letreros. Voy tratando de buscar algún sitio donde poder desayunar y, luego, regresar, pero todo el plan cambiará. Parece que esta urbanización pertenece a Sab Roque. Me meto por interior y parece una urbanización exclusiva para privilegiados alemanes. Son las 8:30h. Me acerco a un chiringuito, pero ninguno abre antes de las diez de la mañana. Vuelvo a la playa y, como veo otras banderolas más adelante, confío en encontrar allí el desayuno. Cuando llego, pregunto a un chico que está haciendo labores de limpieza de playa y le pregunto por algún sitio para desayunar; me dice que allí no hay chiringuito y que, si quiero encontrar algo, tengo que salir a carretera. Le doy las gracias por la información y sigo hacia Sotogrande. Enseguida veo a lo lejos a dos hombres en la orilla, uno en bañador y otro que parece estar desnudo; al acercarme veo que lleva un tanga liláceo. En la duna hay dos autocaravanas y les digo que es un lujazo tener la playa en casa. Es una forma de invertir los términos algo más original que decir la casa en la playa. El del tanga es Juan Carlos y el del bañador Pepe. Acaba de bajar vestida Esther, la mujer de Pepe. Los tres hombres nos bañamos en bolas varias veces, aunque para estar en la playa ellos vuelven a ser textiles; la excusa, como siempre, son los niños y una sobrina que han traído con ellos. El agua sigue estando fresquita y deliciosa. Aparece encima de la duna, junto a la caravana, Eli, a la que su marido también califica de deliciosa y Juan Carlos le pide de lejos "¡Prepárame café!" No podrá hacerlo porque la cafetera se quedó en la otra caravana y los hijos de Esther y Pepe y la sobrina, están durmiendo todavía.
 

Después de charlar un rato me invitan a subir a desayunar con ellos. Acepto sin dudarlo y me pongo el calzoncillo, para ser un textil más, como ellos. "Donde fueres haz lo que vieres" dice el refrán y más si te han dicho la razón (aunque no la comparta) y vas de invitado. Pepe tiene tres hijos, pero Adrián no está con ellos, es el mayor. Si está el segundo, Alexis y el menor, Aitor. Su prima se llama Zayra. Juan Carlos está casado en segundas nupcias con Eli (Elizabet) que es mucho más joven que él y, realmente, es un encanto y muy generosa; como Merci, me quiere dar de todo. Los dos hijos de Juasn Carlos son mayores; uno va a estudiar Derecho y el otro es filósofo y ha escrito tres libros. Si hubiera estado, habríamos disfrutado los dos de bonita conversación, opina el padre de los ausentes. Desayuno pan moreno con aceite de oliva, tomate y sal y un café con leche, dos lonchas de mortadela que es el complemento del pan y un bollito de chocolate (0 €). Antes de marchar, Eli me dará un paquete de frutos secos sin empezar, Cocktail de 200 gr. y me llenará la botellita de agua de su nevera. Aunque luego se caliente, está rica y fresquita. Aprovecho para preguntar sobre el pantano del Guadalhorce y Pepe me dará buena información. Para ir a El Chorro hay tren, me dice, pero el paseo final se ha perdido y es muy peligroso aventurarse sin útiles de escalada. Que me informe mejor en Turismo de Málaga capital, pero algo podré ver y dedicarle una jornada. Les gustan mis dibujos y Alexis nos saca foto de grupo. Aitor tampoco se había levantado. Juan Carlos me da su e-mail. Se dedica a seguridad y control en la policía municipal de Algeciras y está quejoso porque, siendo alguien que lo da todo, le deben más de 70 días y ahora, que ha pedido días porque Eli acaba de sufrir un aborto y por ingreso hospitalario de su madre, se los quieren descontar y no está dispuesto a transigir; le parece una injusticia. En todas las policías municipales cuecen habas. Trabaja tres días seguidos y libra cuatro. Tomará las medidas pertinentes para resarcirse de lo que le quieren quitar. Les agradezco las atenciones, el desayuno, la información, todo y me despido del grupo. En la primera correspondencia que intercambié con ellos, me informaron que, tras mi visita, Eli quedó embarazada y yo, lo puedo asegurar, no hice nada... ¡Quizás darle buena suerte!

En busca de Csaba
Sigo adelante y veo a un hombre desnudo y a un joven, pero estoy muy cerca de los de Algeciras. Me he quitado el calzoncillo y voy desnudo con las mochilas, pues por delante no se ve ni un alma. Sin haber perdido de vista del todo las autocaravanas, paro, me doy otro bañito y me pongo a dibujar, con la vista puesta en el grupo que me ha dado tan grato desayuno y la Roca o Peñón de Gibraltar, ya muy alejado. Mientras dibujo, cada vez que bajo a darme un baño y vuelvo al lugar del dibujo, la arena que piso va quemando cada vez más ¡abrasa los pies! Termino el dibujo, me baño por última vez allí y salgo desnudo hasta que a lo lejos veo a un chico con perro, ambos desnudos, aunque el perro está discreto. Nos ponemos a hablar y Csaba está molesto porque justo a la altura de donde estaba él, se ha sentado un mirón en lo alto de la duna. Es educador físico y tiene la intuición de que yo también soy educador. Aunque me ha dicho que es húngaro, en realidad, nació en Alemania, aunque se considera húngaro con razón, ya que es hijo de padres deportados por el régimen comunista y que se refugiaron allí. Csaba lleva unos años viviendo aquí, en España, y tiene una novia de veinticinco a la que casi dobla en edad que, por la noche, conoceré. En Málaga, la profesión que le da de comer es la de limpiador de cristaleras. Hablamos un rato de mi viaje y me recomienda no comer en Sotogrande, que es un reducto inglés, como Alcaidesa es alemán; en ambos se come mal y es caro. Me dice que por Torreguadiaro encontraré menús atractivos. Tras varios baños en playa de arena muy fina, así viene siendo desde Torre Nueva, le acompaño al coche y, desde allí, me dará orientaciones más concretas. Observa que le han robado algo del coche, por de pronto no está la bono-loto que está jugando esta semana.  El coche está muy sucio, incluídos los cristales ¡Vaya limpiador de cristalertas! Le hago ver el contrasentido, con su coche no hace mucha propaganda de su dedicación. Me dice el refrán "En casa del herrero, cuchara de palo". Ya me ha dicho uno o dos refranes más, lo que me da idea del dominio del lenguaje español y no sólo de lenguaje.Antes de despedirnos me dice: Rotonda, puente, rotonda y, como ya veo dos torres feas, ya voy con otra referencia. Me da su tarjeta con el teléfono, por si necesito cama al llegar a Sabinillas, que ya está en la provincia de Málaga y que, mi nuevo mapa, ni recoge ¿A saber dónde estará Sabinillas? Me despido de Csaba, hasta que la vida nos encuentre.


Sotogrande y Torreguadiaro: 
buscando comida
Los de Cruz Roja me dicen que la desembocadura del río Guadiaro la tengo que pasar a nado, por lo que decido ir por carretera. Paso por los campos de golf y de tenis y recojo una pelota perdida que se la daré al que regenta el restaurante donde como. Saco foto de la desembocadura del río Guadiaro

y de algunas casas con el embarcadero a pie de puerta. Un lujo y una comodidad que indica poderío económico. ¡Qué mayor lujo que tener el mar y el yate en casa! Todo es artificial, el mar entra por canales, también artificiales y a mi que me gusta lo natural, también me parece que lo han hecho con cierto gusto, aunque, es tan exclusivo que no se puede penetrar. Días más tarde veré algo similar en el puerto de Benalmádena.
 
Me ha gustado Sotogrande, aunque he visto poco y estamos a punto de acabar la provincia de Málaga. Demasiado privado, Camposoto, llegando ya a Torreguadiaro. Y llego a un sitio donde me recomiendan un chiringuito de playa en arena, pero prefiero otro en el que me ofrecen menú. Como gazpacho, ensalada de tomate, pimientos asados y cebolla y gambas al ajillo y apenas mojo pan. Jarra de cerveza y poleo-menta (22,10 €), algo más caro que el menú que había previsto, pero como el desayuno me ha salido gratis... Luego comeré un bombón helado, crocanti negro de nata (2 €). Regalo la pelota, cojo agua y escribo. Durante la comida, suena Chambao. "Ahí estás tuuuu" (que lo reconozco por el anuncio de Andalucía en la televisión y, creo, que también lo he visto en algún anuncio del cine. En la mesa de al lado, tres mujeres y dos hombres, uno de ellos está suspirando por conseguir el contrato de sustitución (o de relevo), da pie a un rato de conversación y me deseará buen viaje al marchar. Luego comerá la familia: madre, padre e hijo, con otras dos mujeres de las que desconoceré el parentesco.
 

Se van los dueños pasadas las seis, con intención de volver para las ocho y me dejan allí dentro.Cuando estoy acabando de escribir, han venido a regar el suelo; según me dicen ya habían regado por la mañana; pero, al regar, no sólo me salpica agua, sino que el polvo se levanta y me echa polvo condensado y barro; además salpìca también sobre las mesas y lo que escribo. Así que al regar ensucia más, aunque si consigue refrescar algo.
 
A las siete aparece un hombre con furgoneta que quiere hacer descarga. Se va a gestionar la descarga. Luego viene un pesado que no deja de repetir "¡Qué caló!" Aparece el otro hijo de la familia para la descarga y viene otro hombre a comprar hielo. Son las 19:30 y todavía estoy escribiendo. He hablado con Sara y Lander, que están en la piscina en Berdún. Lander me llama "aitona Julián", que no es una equivocación, sino una broma que me suele hacer; su madre le corrige, sin saber que es una broma entre nosotros, que conlleva complicidad.
 

A las 19:40 h, antes de marchar, recoloco las sillas, que acuesto sobre la mesa, como están las otras y busco un bar para llenar de agua la botella. Me voy hacia Málaga capital, cuya costa será hacia noreste y todavía me puede permitir ver algún día más nacer al sol del mar. Tengo que tener cuidado con las fiestas de la Virgen del Carmen y buscar playas solitarias, lejos de las zonas urbanas, si quiero dormir más tranquilo. De camino hacia el bar, me encuentro con dos chicos de Praga, que vienen con mochilas y un andaluz con material de buceo. Cuando llegan al coche, hablo con el andaluz. Todo el tiempo los de Praga permanecerán mudos. Parece ser que es el monitor y, mientras hablo con él, se desnuda con toda naturalidad, protegido por el coche, y se viste.

Sin salir de Torreguadiaro, llego al restaurante Pepe; en la barra está Patricia, que me recibe con un saludo efusivo y, al contarle lo que estoy haciendo me invita a la cerveza que he pedido (0 €) y me pone el agua del grifito a refrescar. Alucina con mis dibujos. Lleva el pelo sujeto con una cinta ancha y, al final, compartiré el tema de mi viaje con los otros clientes. Me despido, agradecido, de Patricia y de los clientes que quedan de los que han estado hablando conmigo. Me desean buen viaje. 


Continúo el paseo y a las 20:15 h llegaré a los dos rascacielos que por la mañana había visto, mientras me los señalaba Csaba (que se pronuncia Chaba). Sin querer me meto en la autovía, por el lado del mar que, aquí, resulta el más incorrecto, porque los coches me viene de atrás. Este será el gran aprendizaje del camino. Si volviera a hacer de nuevo la vuelta a la península por la costa, lo haría partiendo de Cataluña y con dirección hacia el País Vasco.




Entro en la provincia de Málaga. ¿Llegaré a Sabinillas?
Paso varias playas de rocas y, cuando puedo salir, ya he entrado en la provincia de Málaga. ¡Qué desilusión! Después de las magníficas playas de que he disfrutado en las provincias de Huelva y Cádiz, ¿Esto es la Costa del Sol? Playas de pedruscos... Salgo a playa por un chiringuito del que ya me había hablado Csaba ¿Sol y Mar? pero queda en la otra dirección y, ahora no tiene sentido acercarme.

Me decepciona el gris de piedrilla de esta nueva playa. Un chico me orienta a cómo pasar las rocas; antes, dos chicas, me han asegurado que es muy fácil pasarlas. Ya voy camino de unas urbanizaciones y me siguen que lo siguiente será Sabinillas, se está haciendo tarde, pero voy haciéndome a la idea de, en cuanto llegue, llamar a Csaba, a ver qué me ofrece. Hablo con dos chicos y una chica que me dirán que, después de la arena, que seguirá gris, encontraré más fina y fácil para caminar. Me sorprende que no me orienten hacia la parte izquierda de la playa porque, combinando caminos y paseos de las urbanizaciones, hay un camino muy bueno que me llevará a destino.
 

Sabinillas. Llego a las diez de la noche
Antes de llegar al puerto de Sabinillas, paseando por la playa veo a un chico con perro por la orilla y recibo el espejismo de que pueda ser Csaba pero, cuando me acerco casi convencido de que es él, me llevaré un chasco, pues no  es él. Vuelvo al paseo con el rabo entre piernas y algo disgustado y, en cuanto llego al Puerto de la Duquesa llamo por teléfono a Csaba, al teléfono de su tarjeta, y me coge él mismo y le digo que soy Javier, el de la playa de esta mañana y que acepto su oferta de cama para esta noche. Me dice que pensaba salir con su novia y con un amigo para comprar unos pollos y cenarlos en su casa, así que seremos uno más. Csaba me dice que le espere en una de las entradas del puerto y que me vienen a buscar.

Cena en casa de Csaba, con Carol y Zdravko
He quedado con Csaba por el fondo izquierdo del puerto, en el arco, junto al bar Pantalán. Que espere unos quince minutos, me ha dicho. Llego al lugar y veo Pantalán 56. Como han pasado unos 20 o 25 minutos, entro en el bar, por si hay otro bar Pantalán con otro número. Me informan que no y vuelvo a salir. Una chica que está aparcada allí y que luego sabré que es la jefa de Carol (Carolina), arranca su coche para marcharse "¡Qué bien!", pienso, "así deja sitio para parcar a Csaba" pero, tras hacer una maniobra extraña, acaba volviendo al mismo lugar. Se va y vuelve del bar con un chico y, como luego sabré, al arrancar se ha dado cuenta de que el coche iba mal y ha desecho la maniobra. Ha tenido suerte de que, durante la maniobra, el sitio tan solicitado no ha sido ocupado. Cuando llega Csba, le ayuda dando "tres en uno" al gato, para poder quitar la roña acumulada. Csaba me presenta a Carol, que tiene un perrucho que contrasta con el perrazo pastor canadiense de Csaba. El amigo búlgaro espera en casa.. Nos vamos a comprar un par de pollos y patatas fritas. Cuando llegamos al asador de pollos, estos están bien calientes, pero ya no les quedan patatas fritas y la freidora ya la han apagado. Csaba le da 40 € pero, como la chica no tiene cambios, aporto 5 € a la cena, para completar los 20. Llega el dueño y nos invita a tres tintos de verano que me recuerdan al vino cocido que en Navidades regalábamos a los clientes en nuestro bar, El Mareo, de Alsasua. Estos recuerdos, lejos de la tierra, tienen un significado especial para este viajero tan sentimental. Pongo los pollos a mis pies en el coche, para que la salsa no se vuelque y salimos hacia casa de Csaba. Carol también tiene su casa propia. Dejamos el coche en su recinto, pero con las ventanas abiertas, como para invitar a que sea robado, como esta mañana la bono-loto. Prefiere que le roben algo a que le rompan los cristales del coche para robarle. El coche es tan viejo y descacharrado que seguramente el probable ladrón preferirá robar un coche de más interés. La casa de Csaba es de dos plantas, con terraza, barbacoa y jardín de hierba; cocina, salón y, arriba, baño y, al menos, tres habitaciones. Me habría gustado ducharme antes de cenar, pero como Csaba, cuando tiene hambre, se pone insoportable, es lo primero que hacemos y acompañamos la cena con cerveza. Cenamos en la terraza. El pollo está bueno y empiezo por la pechuga, que es lo que menos me agrada y que, caliente, se come mejor, y me comeré casi toda mi ración, medio pollo. Csaba me ha presentado a su amigo Zdravko, que es de un pueblo próximo a Sofía. Después de cenar, los dos amigos y Carol, se van a quedar de charla. Tras algunos comentarios de mi viaje, subo a la habitación que me han asignado, cojo mis dos mochilas y al poner el pie en el primer peldaño de la escalera, el pastor canadiense me pega un tarisco en la pierna. He notado los dientes pero, parece que no me ha hecho nada. Ya en la habitación, Csaba me da una sábana, una toalla y, entre los dos, ponemos la funda de la almohada. Ya solo y en el baño, lavo la ropa y la pongo a secar en el maniquí de la habitación. Me ducho con un jabón natural que huele a hierbas, lavanda, romero y menta, me doy aloe-vera por tercera noche consecutiva, y me acuesto. Noto que se ha caído la camiseta y la recoloco de otra forma, para que no se vuelva a caer durante la noche. Duermo desnudo con la sabanita cubriendo la cintura y sin cerrar la ventana y que tiene una especie de estera de mimbre que permite la entrada de luz del exterior. Le he dicho a Csaba que cuando él se levante mañana que me llame. Duermo muy bien. Olvido poner mi móvil a recargar.

El día ha sido muy completo, con desayuno en Alcaidesa, como invitado y en buena compañía y magníficos baños que continúan hacia Sotogrande y el bonito encuentro con el húngaro Csaba que culminará en cena con él en su casa de Sabinilllas, junto a su novia Carol y su amigo búlgaro Zdravko. La comida ha estado bien con una larguísima sobremesa por lo mucho que tenía que escribir y, por esa razón y el regalo de la cerveza de Patricia, he llegado tan tarde a Sabinillas. Un día muy regalado.
 

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